Al inicio de una relación todos empezamos en simbiosis, nos fundimos uno en el otro, queremos estar juntos, hacer todo juntos, nunca separarnos. Tenemos la impresión de que “somos uno mismo”. Vemos y sentimos todo de la misma manera, al menos así lo parece en ese periodo de inicio. Nos gusta la misma comida, las mismas películas, compartimos valores, etc. Pero en realidad, esto es una ilusión. Y poco a poco empezamos a darnos cuenta de las diferencias, empiezan a surgir una serie de cosas que nos hacen ver que no somos tan “uno mismo” como pensamos.
Y a menos que seamos capaces de aceptar el hecho de que somos dos individuos adaptándose en las diferencias, a menos que seamos capaces de aceptar todos los aspectos donde no somos “uno mismo”, empezaremos a creer que hemos cometido un error y que esta no es “le persona correcta” para nosotros. O lo negaremos y haremos todo lo posible para mantener esta fase de ilusión.
CONSERVA TU IDENTIDAD SIN PERDER LA RELACIÓN
1. Cultiva tus propios intereses, no dejes la actividad que te apasiona ni a la gente que amas y con quien disfrutas estar por complacer a tu pareja.
2. Trabaja para crear límites sanos tanto contigo como con tu pareja, los límites son la estructura que se necesita para crear relaciones funcionales y amorosas.
3. No pretendas adivinar qué es lo que tu pareja tiene o quiere, no asumas, siempre pregunta.
4. Habla siempre de lo que necesitas, quieres, sientes.
5. Recuerda que ninguno es responsable de hacer feliz al otro o de lo que el otro siente o decide.
6. Se habla mucho de no tener expectativas, pero la verdad es ue todos y todas las tenemos, es bueno reflexionar cuáles vienen de mi parte infantil y cuáles son más maduras, para hablar de ellas con la pareja.
SEÑALES DE QUE ESTÁS EN UNA RELACIÓN SIMBIÓTICA
- Me pierdo en la relación. Entrego demasiado rápido mi poder a la otra persona (inseguridad)
- Me alejo, me cierro y hago todo muy difícil, incluso imposible para la otra persona, o sea, creo mucho drama, todo desde el miedo a que me abandonen o lastimen
- Uso el control para evitar ser lastimado o rechazado
- Demando y exijo que la otra persona satisfaga mis necesidades
- Me enfoco demasiado en mí, todo lo vuelvo acerca de mí. Convierto las conductas de la otra persona en ofensa personal
- Trato de llenar las necesidades de la otra persona para que dependa de mí y asegurarme que no me deje
- Me vuelvo dependiente de mi pareja al cine, no quiero hacer nada si no está él (o ella), quiero estar todo el tiempo con esa persona, no soporto que no me dé su atención absoluta
- Convierto la relación en un juego de poder
*OJO: EL PRECIO QUE SE PAGA POR UNA RELACIÓN ASÍ ES ALTO: dependencia extrema, manipulación, miedo a que se termine la relación, falta de responsabilidad por los propios sentimientos
Necesitamos darnos cuenta de que no es posible vivir fusionados. Tarde o temprano veremos que el “no somos uno mismo” es inevitable. Esto no quiere decir que el amor se acabó o que estamos con la pareja equivocada. Simplemente significa que somos individuos diferentes. Y está bien. Lo que debemos entender es que siempre estará presente el miedo a la separación y hay que enfrentarlo, platicarlo, trabajarlo. Aceptar el “no somos uno mismo” es parte de madurar. Hay que despertar del sueño.
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