Todo amor es un amor antiguo. Existe una huella enigmática del pasado que, sin ser conscientes, nos influye, nos condiciona y se recrea o replica en cada amor: la de nuestros papás. Aunque no estamos destinados a repetir permanentemente un mismo patrón, sí nos predispone a buscar y a que nos gusten personas con rasgos de carácter y actitudes que nos recuerdan a ellos. Para bien o para mal.
De ese primer vínculo depende el tipo de apego que nos caracteriza y la forma de replicarlo con nuestras parejas.
¿Quién no ha escuchado (o dicho) “Juanita es idéntica a mi mamá”, “Pepe me regaña como si fuera mi papá”? El psicoanálisis encontró la respuesta en dos personajes de las tragedias griegas: Edipo y Electra. Los niños desarrollan de manera simultánea una mezcla de emociones y sentimientos de amor-odio hacia sus padres, desean a uno de sus papás y rivalizan con el otro por conquistar la atención y el amor del primero.
Los edipos generan un sentimiento de amor por su mamá y rivalidad con el papá, mientras que las electras experimentan ese amor por el padre y rivalizan con su madre.
Ambas son etapas naturales del desarrollo psíquico de los niños que se resuelven de la siguiente manera por ahí de los seis años: el niño parte del deseo por su madre y finalmente se encauza hacia otras mujeres en su etapa adulta. La niña parte del mismo punto, pero su maduración es más compleja; primero, deben renunciar al deseo sexual por el padre y luego renovar la identificación con la madre. Esto supone un requisito previo del logro de la feminidad adulta y de la capacidad para amar a un hombre que no sea su padre.
Como, en teoría, no deberías tener relaciones sexuales con tu padre o madre, y sabiendo que tarde o temprano vas a separarte de ellos (aunque no siempre “rompamos” con nuestros padres), es posible que busques replicar ese deseo en terceros, es decir, en las relaciones de pareja. Por eso es que —con mayor o menor grado de conciencia— nos sorprendemos gozando o sufriendo lo mismito que vivimos con nuestros papás.
¿Sigues arrastrando el cordón umbilical?
Existen conductas claras que revelan si sigues siendo la nenita de papá o el bebé de mamá; pero hay comportamientos más sutiles que, aunque demuestran que te falta autonomía, pueden cambiarse rápidamente.
- Te produce ansiedad tomar una decisión de pareja sin consultarla con tus padres.
- Cuando tienes un problema amoroso lo consultas con ellos.
- Reaccionas mal cuando tus papás te hacen alguna observación, comentario o reclamo.
- Temes que tus padres enfurezcan cuando tomas una decisión que quizá no sea de su agrado.
- No te sientes tranquilo cuando no le cuentas a tu papá/ mamá un proyecto de vida porque necesitas privacidad para lograrlo.
- En las conversaciones con tu pareja permanentemente sale a colación lo que pensaría, haría o diría tu mamá/papá.
- Si te alejas de ellos por un tiempo considerable, experimentas una sensación de desprotección, aunque tu pareja esté contigo.
- Te da culpa realizar alguna actividad que le guste a tus padres y no invitarlos.
- Falseas información porque te da miedo que te juzguen por las decisiones que tomas.
- Si tienes que tomar una postura entre tu pareja y tus papás, prefieres callar o “hacerte de la vista gorda”.
- Si tus papás le dan una orden a tus hijos o a personas a tu cargo que contradice la de tu pareja, no los confrontas.
- Priorizas las necesidades económicas, físicas o temporales de tus padres en vez de las tuyas o las de tu pareja.
¿Cuántas veces contestaste que sí?
1-3 ¡Felicidades! Cortaste el cordón hace tiempo, por eso tienes relaciones de pareja distintas de los patrones de tus padres.
4-6 Ahí la llevas. Estás en el camino correcto para encontrar tu autonomía. El tiempo y la conciencia te la darán.
7-9 ¡Híjole! Sigues amarrado emocionalmente a tus padres y eso puede estar desgastando tu relación.
10-12 ¡Ya mejor regrésate a vivir con tus papás!
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