miércoles, 26 de abril de 2017

El Factor Figueroa: Las secretarias con los jefes

No me pregunten más pero, por angas o mangas, pasé parte de las vacaciones en un hotel de paso. O en un “love hotel”, que suena mucho mejor. Me entró la idea de disfrutar las bellezas que la Ciudad de México tiene que ofrecernos -sin necesidad de viajar-.

Primero fuimos a un hotel en el centro histórico que es formidable ¿Conocen el Hotel de Cortés? Es una joya del barroco mexicano, que además fue una de las primeras hosterías de América. Entonces pensé “que bonito lugar para sellar nuestro amor” lleno de energía de 1780 (jajaja).

Pues allá vamos y encontramos que el hermoso paraje –que aparte tenía una terraza fuera de serie con vista a la Alameda, lleno de jacarandas y martinis- ¡ya no existe! Lo cerraron. Adiós para siempre. Y como hay que ser prácticos y salir adelante, ah pues fuimos a dar a un hotel de paso. Es un motel nada histórico pero con la puertas abiertas, tan abiertas que no cabía ni una alma, ni medio cuerpo.

Pueblos Mágicos que no conocías

El estacionamiento estaba atascado y encontrabas mucha gente, lo cual era muy padre porque te entretenías con las reacciones de los que estaban de incógnitos mientras nos daban cuarto.

Hubo un momento, en el que me sentía en el ‘mall’ de Polanco, donde conviven en armonía unos con otros: los que van de ‘shopping’ y los que trabajan en las oficinas.

Tal vez a muchos pueda parecerles frívolo o de poca importancia, pero yo digo que es precioso que haya tanto amor en el mundo. Si ustedes hubieran visto a las secretarias queriendo tanto a los jefes, a las amantes con sus amados, a los amantes con sus amadas, a los de paga y a las de a gratis repartiendo cariño a manos llenas, me entenderían. ¡Que bonito!

Es que en las vacaciones de Semana Santa la infidelidad se vive mejor. Y mientras las señoras vienen en la carretera lidiando con los chamacos que brincan y dan lata en la camioneta, sus esposos se llenan de pasión para recibirlas como Dios manda.

No lo digo yo, es un asunto comprobado estadísticamente. Los especialistas aseguran que las vacaciones son la época con más relaciones extramaritales y que el sexo prohibido está directamente ligado a las altas temperaturas. Dicho en cristiano, te da calor y, pues eso, te calienta.

La explicación biológica es que en primavera nuestros cuerpos producen más melatonina, una hormona que se encarga del tono vital y nos pone de mejor humor y más predispuestos al erotismo.

Yo, sinceramente, también aproveché el placer para olvidar. Estaba en plan de “Mamá Campanita” -ya saben, un poco desestabilizada emocionalmente- porque Alex me abandonó unos días y cuando los hijos se van es lo peor. Esta vez, tomó unas vacaciones con alto grado de dificultad, así que yo me quedé en casa con el Jesús en la boca. El decía y yo rezaba:  “Má, me voy a la playa a surfear (‘vírgen santa…’), es un lugar increíble en Guerrero (‘torre de marfil…’), no hay señal (‘arca de la alianza…’), pero vamos una bandota (‘Jesucristo vencedor…’), muy tranquis a echar chelas y olas (‘Cristo de las 3 caídas…’), regreso en una semana”.

Así que se imaginarán que busque toda clase de actividades recreativas, que iban desde colorear mandalas, acomodar los cajones o alinearme los ‘chacras’.

Por fortuna, Alex regresó enterito y mis rincones quedaron rechinando de limpios.



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