viernes, 18 de noviembre de 2016

Lo estúpidamente interesante de las suegras

Señores, señoras. Les tengo noticias: las suegras que no metichean simplemente NO EXISTEN, NO HAY DE ESAS. Aprendan a vivir con eso.

Yo sé que hay personas que nada más con escuchar la palabra “suegra” les entran sudores fríos y levantan la guardia como si le fueran a entrar a los catorrazos. Si es su caso, pongan mucha atención porque, según el Manual de Diagnóstico y Estadísticos de los Trastornos Mentales, pueden padecer penterafobia, o sea miedo o aversión irracional hacia las suegras.

Pero por favor, no nos confundamos, si ustedes son de los que evitan a la mamá de su pareja simplemente porque les cae gorda, no tienen penterafobia, para que se diagnostique una real y legitima fobia a la suegra, necesariamente tienen que estar presentes los siguientes síntomas: náuseas, vómitos, escalofríos, falta de aliento, respiración y ritmo cardiaco acelerado e irregular, sudoración excesiva y ansiedad extrema.

Y ni se vayan a querer pasar de listos fingiendo penterafobia para mantenerse alejados de mami suegra, porque como en toda fobia, una parte importantísima del tratamiento es la confrontación a eso que nos produce tanto miedo, por lo tanto, lo primero que les va a recomendar el especialista es que su suegra viva con ustedes durante unos seis u ocho meses para que a través de la convivencia el pánico vaya disminuyendo. Así que, ahí ustedes saben.

Pero como los seres humanos somos bien perversotes, también existe la contraparte de los penterofóbicos, y son los que muy en el fondo se sienten atraídos sexualmente por sus suegras (hasta se me enchinó el cuero de solo escribirlo). Según un estudio realizado por la universidad de Cambridge en Reino Unido, reveló que el 50% de los hombres casados que participaron en la investigación encuentran atractivas a sus suegras y un 31% admitió estar secretamente enamorados de ellas. Mientras que uno de cada cuatro aceptó que coquetea abiertamente con la mamá de su esposa y cerca de un tercio de ellos le ha dicho a su pareja lo atractiva que les resulta su madre. Planteado de esta forma la penterofobia ya no suena tan enfermiza ¿verdad?

En cuanto a las mujeres, ni se agobien si la relación con sus suegras es complicada, hostil, incómoda o nula; porque la ciencia dice que ES NORMAL QUE SE LLEVEN MAL CON LAS SUEGRAS y que los casos en los que nueras y suegras llevan una buena y REAL relación de afecto y respeto, son solo unas cuanta y extraordinarias excepciones; esta fue a la conclusión a la que llegó la psicoanalista inglesa Terri Apter, quien estudio durante 20 años a 110 matrimonios heterosexuales, en los que observo que el 64% de las mujeres mantenía fricciones con las madres de sus esposos debido a sus constantes y no solicitadas intromisiones. Mientras que el 80% de las suegras reconoció que su nuera no es lo que querían para su retoñito.

Y a mí me disculpan, pero las y los heterosexuales que se andan quejando porque su suegra los malmira, son unos NOVATOS. Reto, es que siendo gay, lesbiana o trans puedas echarte a la bolsa a tu suegra súper tradicional y religiosa. Eso sí es entrarle a un campo minado, porque muy en el fondo, la gran mayoría de las suegras de personas LGBT, piensa que fuiste TÚ el sonsacador que hizo gay a su vástago.

Lo que sí les puedo garantizar es que hasta la suegra más metiche y cisañosa, le baja dos rayitas a sus malos modos cuando ven que las parejas de sus hijos o hijas hacen una buena chamba haciéndolos felices. Confórmense con eso, porque sin importar lo que hagan, JAMÁS serán el yerno o la nuera que ella esperaba.

Termina su columna y lo más lindo de su suegra, es su hijo.



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