domingo, 12 de noviembre de 2017

Lo estúpidamente interesante del “Haz lo que quieras”

Porque es bien sabido por todos que el verdadero significado de esas cuatro terroríficas palabras es: “Atrévete a llevarme la contraria y ahora sí te carga la fregada”.

¿Verdad que hasta sudores fríos le entran a uno nada más con leer la mentada frase? Es más, intenten recordar todas las veces que sus madres, novias, esposas o parejas les han soltado esta amenaza disfrazada de autorización ¿Cuántos de ustedes tuvieron la determinación de hacer lo que su regalada gana les pedía? Ninguno ¿Verdad? Lo imaginé. Ya que ante la ambigüedad de la circunstancia, nuestro valor y traductor biológico sólo nos alcanzan para soltar un lamentable “Ok…Ok” y hasta de a dos veces, para que quede bien claro que nosotros estamos “Ok”. Pero eso sí, hay que decirlo con un marcado aire de “me vale madres” para no causar tanta lástima.

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Y aunque no lo hayan notado, existen reglas no escritas para el uso correcto de un contundente “Haz lo que quieras”. Fíjense si no:

Regla 1: Esta confusa frase solo será utilizada para concluir una discusión de por lo menos 20 minutos de duración, no es correcto emplearla antes de ese tiempo o al iniciar la disputa, ya que no generará el mismo sentimiento de confusión y remordimientos en el interlocutor, y por interlocutor me refiero a la víctima.

Regla 2. Por puritíta maldad, se debe permitir que el interlocutor (víctima), exponga las razones y argumentos del por qué quiere, desea o necesita hacer las cosas, de esta manera se generará en él la falsa ilusión de que existe una remota posibilidad de que puede salirse con la suya.

Regla 3: A pesar de que el terror psicológico de esta frase ya es lo suficientemente claro, siempre se debe acentuar con un tono de decepción y una mirada penetrante que diga: “la cagaste”.

Regla 4: En todo momento se debe recordar que el uso de estás poderosas palabras es solo para poner en su lugar a aquellos que se atrevan a retar tu autoridad.

Regla 5: No puedes andar por la vida diciéndole a todos “Haz lo que quieras”, porque si no te quieren ni tantito, entonces sí van a hacer lo que quieran y te vas a meter en un problemón.

¡Ah! Pero si las damitas llevan marcada a hierro vivo en el alma su “Haz lo que quieras”, al parecer los hombres nacemos genéticamente aferrados al “Piensa lo que quieras”. Porque ¿para qué nos hacemos weyes? la gran mayoría de las veces cuando un hombre recurre a este clásico de la evasión, es porque el muy rejijo de su canija sí hizo lo que estás pensando.

Así que ahí les van las reglas no escritas del uso apropiado del “Piensa lo que quieras” para salir huyendo de una situación en la que llevas todas las de perder.

Regla 1: A diferencia del “Haz lo que quieras” de ellas, el “Piensa lo que quieras” de ellos siempre debe usarse inmediatamente después de la primera imputación o señalamiento de algo que supuestamente hicimos, ya que de no hacerlo así se corre el riesgo de decir más tarugadas que sólo terminaran poniéndonos en evidencia.

Regla 2: Tienen que estar conscientes de que esta frase e no resuelve nada, solo debe de emplearse para ganar tiempo y analizar en mega chinga el escape más digno posible a la bronca en la que nos metimos.

Regla 3: Estas palabras se tienen que matizar con un dejo de indignación para que se note lo ofendidos que estamos ante semejante difamación y por haber dudado de nosotros, de esta forma tal vez tengamos una minúscula posibilidad de que la lástima ayude a que nos crean.

Regla 4: Es de vital importancia que realmente se crean la indignación de la regla 3, porque si no es así, únicamente desataran más la ira de su imputadora o imputador.

Regla 5: Siempre hay que analizar si el problema en el que estamos metidos es consecuencia directa de haber hecho lo que quisimos cuando nos dijeron: “Haz lo que quieras”.

Termina su columna y piensen y hagan lo que quieran.



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