Cumplió su destino y tenía que irse. En cambio, en el divorcio sí existe una voluntad de alejarse de ti y, probablemente, de comenzar una nueva relación. Separarte no es olo perder a tu pareja, hay muchas otras pérdidas y roles a los que tienes que renunciar, y eso complica el camino del duelo. Lloras la muerte del amor, pero también te despides de la convivencia, del proyecto de vida y hasta de actividades cotidianas que ni disfrutabas tanto. Siempre nos quejamos de la rutina, pero cuando no la tenemos, se añora.
Dividirse a los amigos…
Después de algunos años, fuera de tus amigos de la carrera o la prepa, poco a poco los amigos se convierten en NUESTROS amigos: los nuevos vecinos o los papás de los compañeritos de la escuela. Aunque no lo creas, es durísimo asumir como daño colateral la pérdida de esas personas que te caían muy bien, con os que se juntaban a jugar cartas o salían de viaje. Después de un divorcio pueden dividirse a la mitad las vajillas y las teles, pero no los amigos: ellos solitos escogen de qué “lado” quieren estar. ¡No los uses para tener información de tu ex! No les pidas contarte novedades ni lances opiniones no pedidas. Créeme, así definitivamente no van a estar de tu lado.
Familia política…
Primero no los conoces, luego te caen medio mal, pero con el paso del tiempo y la convivencia llegas a quererlos genuinamente. Aprendes a reconocerles lo bueno y aceptarles lo no tanto. Hoy tienes que saber cuál es tu lugar: ya no es correcto felicitar a todos por sus cumpleaños ni mucho menos esperar que te inviten a las bodas y fiestas. Lo más sano, incluso, es que dejen de ser amigos en Facebook y los dejes de seguir en Instagram. En algunos casos, puede que te hayas hecho muy amigo de un primo y se sigan llevando como eso, amigos, pero tienes que entender que ya no son tu familia. Dejar de decirle suegra o cuñada a alguien a veces desgarra el alma, pero es mejor llamar a las cosas por su nombre. Esas personas vuelven a ser solo la mamá o la hermana de tu expareja. Ni en sueños creas que te van a preferir a ti antes que a su propia sangre, aunque él/ella haya sido egoísta, infiel o desleal. Hazte a la idea y vas a ver que es mucho más fácil seguir adelante.
¿Quién se queda con el perro?
Más que letra de canción pop, es todo un tango. Quien deja la casa que compartían suele dejar atrás a la mascota que tanto aman. Pensando en el bienestar del animal, es mejor que no tenga cambios en su rutina y espacios de movimiento, pero ni crean por un momento que la ausencia del otro no le va a doler, y de seguro repercutirá en cambios de conducta. Los perros y los gatos también extrañan, pero es muy difícil programar visitas o que te lo presten para sacarlo a pasear. Ni él te quiere dejar ni tú a él, y muchas veces se vuelve moneda de cambio en un pleito. Tal como los hijos, ¡no caigas!
Tu lugar en la sociedad
Prepárate para que las cosas cambien. Ahora tu presencia en solitario puede llegar a representar una amenaza para otras parejas inseguras de lo que tienen. A muchas no les gusta que su marido pague la parte de la cuenta de la mujer que va sola a la cena ni que el hombre ahora soltero pase tiempo con mujeres casadas. Puedes empezar a sentir que tu presencia complica la aritmética y los amigos en pareja empiezan a no invitarte a sus planes; o tú mismo empiezas a sentirte incómodo en esos grupos. Duele sentir que ya no perteneces. Pero esto abre la puerta a una oportunidad importante: darte cuenta de quién es quién en tu vida. Lo bueno de los tiempos difíciles es que ahuyentan a las falsas amistades. Busca seguir en contacto con quien no tiene problema con tu nuevo status y encuentren momentos para verse por separado.
Pérdida del hogar…
Un divorcio es una reingeniería total de vida, incluyendo donde vives. O te vas o se va, y no es solo el espacio, también las memorias acumuladas. Tu casa puede seguirte gustando a pesar de que el hogar que ahí formabas ya no. Si tú eres quien se va, despídete de cada espacio, de cada cuarto, y recoge de ahí tu energía depositada. Un nuevo lugar se sentirá raro al principio, pero lo puedes ir adecuando a tus nuevas necesidades.
Pérdida de identidad…
Llegó el día: después de tanto abogado, trámite y citas con los jueves estás legalmente divorciado. Ya no eres el esposo de, ni la pareja de, ni somos el matrimonio tal. ¿Quién eres ahora? La respuesta es tan compleja como el camino que has recorrido. Eres una persona valiente, que decidió emprender este viaje por un terreno escabroso; alguien que no se ha bajado de una montaña rusa de emociones desde hace muchos meses. A veces estabas triste; otras, furioso. Fluctuabas entre el enojo extremo y la nostalgia. Y, sin embargo, lo que no debes olvidar es que estás de pie.
Estás listo…
El divorcio es, por decirlo fácil, un reto. Más bien es, de cierta forma, como una muerte y hay que pasar por un duelo para superarlo. Pero así como con la muerte de alguien querido necesitas encontrar la forma de superarlo y volver a ser feliz. El primer paso es dejar de atorar el proceso si es que eso está en tus manos. Dejar ir es importantísimo y buscar ayuda profesional puede ayudarte a encontrar ese buen camino. Sabemos que tu mamá, tu mejor amigo y tus primos, tienen buenas intenciones, pero es probable que no cuenten con las herramientas necesarias para ayudarte a dar algunos pasos.
Necesitas encontrar un nuevo propósito de vida o retomar uno que dejaste en el camino por dedicarte a tu matrimonio o a los hijos; puedes buscar aprender algo nuevo, como un deporte o un idioma, haz una lista de todas esas cosas que siempre quisiste hacer y no habías tenido tiempo. Esto puede incluir cambiar de chamba, pedir un aumento, hacerte un cambio de look, en fin, lo que se te ocurra.
También debes dejar ir a personas, cosas y situaciones que te liguen a tu ex. Por más doloroso que sea, lo que tienes que intentar es encontrar alegría en ciertas cosas, empezar a divertirte otra vez y poco a poco crear una nueva realidad para ti y (si tienes) tus hijos. No necesariamente va a ser mejor, pero tampoco tiene por qué ser peor, simplemente será diferente.
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