Una de las cosas que más desgasta a las parejas es el dinero, porque la mayoría habla del tema cada año bisiesto. En otras culturas es común que en la primera cita se toque el tema de los sueldos, pero en México sigue siendo tan tabú que no te enteras de cuánto gana el marido hasta que se muere. ¿Por? Nos da miedo quedar como aprovechados, tacaños o mantenidos. Pero lo económico es solo un proyecto más de la pareja.
Incompatibles en el dinero, incompatibles en el amorsh
Como bien dice Martha, “uno es como es en todo”, así que es imporante observar las conductas de tu pareja en cualquier área, incluyendo su lado financiero. Aquí algunas de las señales que hay que checar sí o sí antes de dar un paso más grande con alguien:
- ¿Habla de sus planes financieros a futuro?
- ¿Cada vez que surge el tema se sale por la tangente? O al revés, ¿todo el tiempo quiere hablar de dinero?
- ¿Es honesto en temas de dinero?
- ¿Su estilo de vida hace clic con el trabajo y el sueldo que tiene?
- ¿Coinciden en las cosas en las que vale la pena gastar y en las que no tanto?
- ¿Es financieramente autodestructivo, o sea, se llena de deudas, gasta de más, no ahorra y no se ve que quiera cambiarlo?
Rómpase en caso de emergencia
Hay casos muy específicos que necesitan sus propias reglas. ¡Hasta en eso te ayudamos!
¿Y si yo me quedo en casa? Cuando trabajas fuera de casa es muy fácil perder la perspectiva de lo que implica llevar un hogar. Para cuantificarlo, calcula cuánto costaría sustituirte (alguien que limpie, cuide a los niños, haga de comer, etc). Eso vale tu trabajo y es lo que aportas al gasto de la casa.
¿Y si mi pareja tiene deudas? La deuda personal es de quien la adquiere. El otro, en especial si gana más, decide si va o no a ayudarle, pero NO ES UNA OBLIGACIÓN.
¿Y si recibe una herencia? Le pertenece a quien la recibe y decide si quiere o no compartirla. Lo ideal para evitar broncas, es asignar un porcentaje para lo que falte en casa y lo demás se lo puede gastar en lo que se le hinche.
¿Y si me pide prestado? Siendo muy realistas, lo recomendable es decir NO, ya que probablemente tu pareja sienta que no tiene que pagarte. Y menos con urgencia. Si ya vas a correr el riesgo, antes de soltar la lana piensa si estás dispuesto a regalárselo. Si ves que va en serio, establezcan fechas de pago, cantidades y un plazo.
¿Y si se queda sin trabajo? Se vale que uno ayude al otro, para eso son un equipo, pero la clave es hacerlo con límites. El primero es el tiempo. ¿Cuánto tiempo estarías dispuesto y podrías ayudarle, aportando tú todo lo de la casa y hasta dándole para sus gastos? Una vez que establezcan la fecha de caducidad (una medida son de tres a seis meses) del plan, hay que hacer un ajuste en tu aporte al presupuesto.
¿Y si somos freelancers? Si tienen ingresos variables establezcan lo mínimo que necesitan para el gasto y adelántelo en cuanto les caiga un pago.
¡Aguaaas!
Ya te hablamos sobre la violencia económica que, a grandes rasgos, es un mecanismo de control de la persona que maneja el dinero en la relación y que pone a la otra en un lugar de dependencia.
Ojo si algo de esto te suena familiar…
- Solo da el dinero indispensable o cuando surge alguna necesidad
- Te reclama porque gastas mucho
- Te da una tarjeta de crédito adicional a la suya para saber tus movimientos y limitar tus gastos
- Administra siempre los gastos, decide qué y cuánto va para cada cosa, incluso lo que tú ganas
- Te prohíbe trabajar o prepararte más con la excusa de que no lo necesitas, que se puede hacer cargo de todo
- Te endeudas por esa persona, aunque te disfrace que es para beneficio de los dos
SALVAVIDAS PARA HABLAR DE DINERO
1. Escojan un buen momento para hablarlo: el partido de su equipo favorito no es el mejor. Tengan un date financiero cada mes o cada tres meses, máximo. Ese día revisen los gastos, reajusten porcentajes y tomen decisiones.
2. Éntrenle con metas: cada uno puede tener aspiraciones personales y de pareja. Alineen objetivos de vida, fijen prioridades y tengan metas en conjunto con un plan financiero estratégico a cinco y diez años.
3. No juzguen: lo último que necesitan es andarse ninguneando uno al otro. No usen calificativos, váyanse por los hechos, expliquen las implicaciones de los actos y sean propositivos. Por ejemplo, si a uno se le pasó pagar la tarjeta, propón ayudar poniéndote una alarma tú también, en vez de insultarlo por olvidadizo.
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