Cuidarás de ti sobre todas las cosas. Aunque ames locamente a tu pareja, NUNCA debes poner en riesgo tu patrimonio personal. Piénsalo bien si vas a echarte encima un préstamo para pagar sus deudas.
Lo tuyo, lo mío y lo nuestro. Toda relación es de tres: un yo, un tú y un nosotros. Cada quien tiene una vida financiera individual, pero también una en conjunto que debe ser “pareja”.
A) TODO su ingreso va a una sola bolsa y dividen:
AHORRO: mínimo 15% de los ingresos totales debe ir a una cuenta intocable y no negociable (si se aprietan el cinturón reducen en otros rubros menos en este).
GASTOS: todo lo fijo de la casa (renta, servicios, súper, colegiaturas) se suma y se divide la aportación en partes iguales.
GUSTOS: una vez cubiertos los dos primeros puntos, se deja un 10% y se divide en partes iguales para que cada quien se lo gaste como quiera. Puede ser para un gustito personal o en conjunto. ¡Sin reclamos!
B) Sacan un presupuesto de los gastos generales + ahorro y asignan el porcentaje de aportación de cada quien según su sueldo.
Buscarán la transparencia, ante todo. Tienen que hablar de cuánto gana cada uno desde el principio para establecer los porcentajes que pueden aportar al gasto general, así tienen un presupuesto exacto de lo que hay que cubrir.
No darán nada por hecho. No se vale asumir que por ser hombre le toca poner todo el ingreso o porque eres mujer te vas a quedar en casa. Lo que importa es llegar a acuerdos a corto, mediano y largo plazo (uno, cinco y diez años), y que hagan un corte de caja cada tres meses para ver cómo van y si necesitan hacer un ajuste.
Reinará la equidad. No importa quién aportó X bienes, porque al final son un medio para un plan en conjunto. Los gastos más fuertes los pone quien más gana, sin importar si es el hombre o la mujer. Si el otro gana más que tú, no puedes hacer nada, pero pueden equilibrarlo en los porcentajes de aportación al gasto general.
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