Lo hemos visto en películas, series, libros, y puede que hasta lo hayamos vivido en carne propia, tener “amigos con derechos”, “frees”, “solo nos estamos divirtiendo”, no es necesario ponerle un título definido, pero lo que sí debemos hacer es preguntarnos si es o no posible, ser amigos y pareja de cama al mismo tiempo. Cuando se trata de ficción como en la película de “Amigos con derechos” con Ashton Kutcher y Natalie Portman, nos deja claro que es imposible. ¿Pero en la realidad también lo es?
Según Mundo Psicólogos la histórica figura del “amigovio” o “free” está en crisis debido al escepticismo de los millennials. Las aplicaciones y redes sociales hacen que sea mucho más fácil encontrar nuevas personas para aventuras sin demasiado compromiso, y su presencia no se alarga con el tiempo. Hay quienes promocionan el valor de las relaciones ocasionales como una forma agradable de pasar el rato, sin compromisos, sin pensar y con el propósito de divertirse. Por lo que es mucho más sencillo, y menos dañino que buscar a “ese amigo”, tener “esa plática” y hacer que funcione durante y después del acuerdo.
La gente suele ser escéptica respecto a tener amigos con derechos “¿Cómo puedes tener sexo con la misma persona, una y otra vez, sin enamorarte?” “¿O al menos, como no te pones súper celoso?” Otros asumen que uno de los dos siempre está enamorado del otro, con la secreta esperanza (y muuy apenada situación) de que conduzca a algo más serio. Pero ¿por qué las cosas tienen que ser tan en blanco y negro? Seguramente es posible encontrar un término medio entre el amor eterno y solo tener relaciones con un extraño: un lugar donde puedes preocuparte por alguien, tener buen sexo y, no quererte morir con la idea de que la otra persona se acueste con alguien más.
En teoría los amigos con derechos deberían funcionar: son dos personas que se gustan, se respetan, y obtienen todas las cosas buenas de estar en una relación: el sexo, los abrazos, los secretos, menos todas las actividades aburridas que van de la mano con el compromiso. Aunque se pueden dar mil razones para tener o no un amigo con derechos, y porque podría o no funcionar, cada situación es única. Por lo que si estás en la situación de decidir si tenerlo o no, la única forma de saber si te funcionará es probando, y ¿por qué no hacerlo? Si no funciona podrás decir que lo intentaste.
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