Mientras escribo ésta columna, leo el pleito entre Joaquín López-Dóriga y Epigmenio Ibarra (todo es culpa de AMLO), contesto mensajes a los que preguntan por la técnica para bajar de peso de la japonesa y escucho el nuevo disco de Luis Miguel. Soy mujer ‘multitasking’.
Les juro que sé que debería ocuparme de asuntos más serios, pero mi correo y buzón están hasta el tope de mensajes de fans angustiadas con Luis Miguel, entonces siento que debo atender eso primero.
Antes que nada, sepan que estoy feliz con el regreso del ‘Sol’ y su nuevo disco con portada de saco blanco. Lo único que me pone un poco nerviosa es que salga de perfil y verle solo un párpado y medio. ¿Por? Supongo que es por mantener el misterio y no dejarse ver completo hasta la gira.
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¿Ya escucharon el disco? Yo sí, como 9, para estar segura del todo. Ahora puedo decir que recordé lo que me gusta la voz y el estilo de Micky, aunque no me encanta con mariachi. No sé, cosas mías supongo, que siempre he tenido problemas con la música bravía.
El disco es bueno, pero hay una canción en especial que me raya, se llama “Soy lo prohibido”. Y debo confesar que es un tema que me aprendí desde los 5 o 6 años de edad. Sí, yo era una niña pequeña bastante rara. Hay una frase que me parece increíble: “soy ese amor que negaras para salvar tu dignidad, soy lo prohibido…” Uy, ¿no les parece super romántico? Es que pobres amantes casi nadie las quiere, son unas incomprendidas.
Digan lo que digan sus detractores, nadie canta como Luis Miguel. Nadie. Y tampoco nadie tiene a los fans, y al público en general, tan en ascuas. Se anunciaron los conciertos del Auditorio Nacional después del escandalazo de la cancelación de los anteriores y entonces la gente se acerca a preguntarme ¿y si vuelve a cancelar?
Sinceramente, no creo. Pero ¡sabrá Dios!
Parte del estrés radica en que los boletos para ver el tour de la ‘reaparición’ cuestan una fortuna, ponle 5 mil pesos en los mejores lugares o 10 mil si los compras en la reventa o en una página de internet rarísima. Para empezar, yo digo que hay que tratar de comprar los baratos, total se oye en todas partes. Pero las fans de hueso colorado me llaman para quejarse de que se formaron a las 5 de la mañana en la taquilla para ser las primeras en conseguir entradas y cuando se abrió la venta…¡zas! solo había lugares en las filas traseras.
¿Quién se quedó con los mejores lugares? ¿Cuándo los vendieron? ¿Por qué? Todo eso me preguntan las admiradoras de LM y yo solo contesto -con elegancia- que “¡Sepa!”
No quiero sonar como una insensible pero no tengo idea. Quiero suponer que alguien madrugó un poco más ó hubo ventajas en las compras cibernéticas. ¿Yo? estoy puesta para ver el regreso de Micky, pero espero -conchudamente- una invitación (no hay como ser práctica y fluir).
Y se los cuento, para que sepan que hay una comunidad desesperada por este tema y ajena a Meade, a Mancera y al Ejército. No sé si eso sea bueno o malo, pero cada quien sus angustias.
Eso sí, confieso que el mito de Luis Miguel me parece fantástico. Que si lo vemos de lejos, no sirve. Que se muere y no se muere. Que lo casan y no lo casan. Que lo odian pero en el fondo lo quieren. Que si está gordo o flaco. Que si tiene mucho o poco pelo. Que si padece tinitus o gastritis (con tanto parte médico, nos confundimos).
Sigo creyendo que es el más grande aquí y en China. Bueno, nunca he estado en China, pero veo un canal chino de televisión cuando me entra el insomnio y nadie canta con ese sentimiento y misteriosísmo a la vez.
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