martes, 11 de diciembre de 2018

Autoestima: ¡aprende a quererte ya!

La autoestima es la voluntad de producir la vida, confiar en ti y en tu capacidad de crecer, de construir relaciones significativas y desarrollar un sistema de hábitos de vida sanos basados en el amor y respeto por ti y por los otros. Es tener sentido de gozo y libertad acompañado de un gran sentido del humor que ponga a las circunstancias en su lugar.

Tener autoestima es una elección, y que cuando es sana, es como un sistema inmunológico emocional, que identifica, te defiende y protege de los “organismos infecciosos” a nivel de las emociones. Tu sistema se nutre y sostiene con tus hábitos de todos los días y en una sana relación contigo, con los otros y con el entorno.

 

¿Cómo comienza la autoestima?

Desde que somos niños, nuestros padres (o cualquier adulto que esté involucrado en nuestra formación) nos dan un espejo en el que nos vemos como personas capaces para la vida y dignas de amor o como personas poco valiosas que necesitan hacer todo un circo para ser queridas. La manera en que nos trataron, respetaron y cuidaron nos enseña quiénes somos.

Aprender a construir un nuevo espejo de nosotros mismos es básico, si el que te dieron tus papás está roto, cuando eres niño no tienes de otra, pero cuando creces puedes cambiar esto y hacer tu propio espejo, uno que refleje de manera más real lo que eres y el valor que sí tienes.

¿Cuál es la verdadera?

La verdadera autoestima no siempre está en un carro de lujo, cuerpo perfecto y éxito profesional. Es más de fondo que de forma, o sea, se basa más en lo que la persona tiene de fondo, por ejemplo, su aceptación, respeto y amor por la vida. La buena autoestima no se refleja de manera exagerada y obsesiva, sino en que te guste tener tu casa limpia, ir a buenos lugares, vestir bien, comer bien, tener un cuerpo sano, porque es una experiencia buena para ti, no un disfraz para vender cierta imagen a los otros.

 

¿Qué estás haciendo mal?

 

Querer ser Mr. Perfect

No hay mejor forma de autosabotearte que exigirte no equivocarte, querer ser correcto y no cometer errores. Tener posiciones rígidas y autocríticas te ponen en una guerra constante contigo. Nada ni nadie es perfecto, puedes ser crítico para mejorar, pero sin bulearte. Se trata de escuchar la crítica entendiendo que todos nos equivocamos, de verla como una oportunidad de aprender, no es que esto te haga sentir una mala persona.

Compararte con los demás

Aunque parece que hoy lo cool es ser competitivo, cuando la competencia se vive sin autoestima afecta mucho. Cuando alguien sin autoestima se compara con los demás, cada que ve algo bueno en los otros, se ve menos ella misma. La posición de competencia sin autoestima te lleva a ningunearte, descalificarte y decirte: “Mira los demás son mejores que tú”.

Ser el checklist de otro

Poner las expectativas de los otros como metas a cumplir, es uno de los errores más graves que puedes cometer cuando tratas de tener buena autoestima. Es una forma de anular lo que tú eres, lo que tú necesitas. Es ignorar lo que en verdad te hace feliz.

Ponerte a mendigar

La posición de mendigo es hacerse la víctima, un hábito centrado en lo negativo que no me deja ver lo que sí hay y lo que sí soy. Qué flojera estar centrado en lo que no soy, en lo que no tengo, en lo que no son los otros y en lo que no tienen, en lo que no es la vida y en lo que me falta. Qué flojera pensar en todos los que no me quieren.

No pelar tus necesidades

Ignorar lo que necesitas, no dejarte sentir tus emociones, no escucharte y vivir como si fueras un desconocido para ti mismo sin capacidad de responder por ti, es como decirte a cada rato: “Tú no importas, lo que sientes y necesitas es lo de menos”.

No saber decir no

No saber decir no es una especie de prostitución de uno mismo, es una forma de gritarle al mundo ¡abusen de mí!, aunque si el que no respeta sus límites eres tú, es el mismo grito pero en el trato contigo mismo. No sabemos decir que no porque sentimos que las personas nos van a dejar de querer, por eso nos cuesta ser claros, porque queremos complacer como niños. Nada más equivocado, los límites son fundamentales en toda relación sana, cuando no hay límites las personas terminan muy enojadas la una con la otra.

Tener relaciones de maltrato

Cuando tienes relaciones en las que te exijen perfección, donde te comparan con los demás y pretenden que cumplas sus expectativas, relaciones que se enfocan en tus defectos, que ignoran tus necesidades, o donde se creen dueños de tu tiempo y tu vida. El control es una forma de violencia que enferma y debilita el sistema inmunológico emocional.

 

Dale fuerza

Todos tenemos un enorme potencial amoroso, pero también una gran incapacidad para darlo. Hay que cambiar de hábitos, salir de lo conocido y alterar esa manera de mirarte que ha sido reforzada por los años.

  1. Aprende a conocerte y escucharte. Busca espacios para estar contigo, hacer ejercicio, escribir, caminar, invítate a comer. Aprende a estar contigo en espacios donde tu atención esté puesta en ti, no en el teléfono ni observando a todo el mundo. Son espacios para escucharte y preguntarte qué sientes y necesitas.
  2. Aprende a cuidarte. Es como si tuvieras una madre amorosa integrada que te alimenta bien en todos los sentidos. Todos nuestros hábitos nos mandan mensajes, si me la paso tragando cualquier cosa, el mensaje es claro: no me importo. Hacer ejercicio manda el mensaje de que mereces cosas buenas. ¿Te has dado cuenta lo bien que te sientes cuando cuidas de ti?
  3. Haz cosas que te diviertan. Esto es más importante de lo que parece, hacer cosas que nos den alegría, que nos pongan en estado niño libre o que nos den espacios de creatividad es un mensaje muy positivo a ti mismo y una forma de decirte: tienes permiso de disfrutar de la vida.
  4. Respetar tu palabra. Eso trae a tu vida confianza, un ingrediente clave de la auto- estima. Respetar tu palabra te da certeza a ti y a los otros. La confianza nace de la certeza y saber que cuando dices algo lo cumples es una buena forma de decirte soy confiable.
  5. Ve lo bueno en ti y en los otros. Si te pregunto cuáles son las diez cosas que te encantan de ti, ¿tu respuesta viene fácil o le batallas? Más allá de lo que haces bien, ¿te das cuenta por qué eres una persona con la que vale la pena vivir? ¿Qué hay en tu ser que es bueno para ti y los otros? ¿Cómo impactas positivamente la vida de los que te rodean? ¿De qué te sientes orgulloso? Si jamás te has hecho estas preguntas, ahora es cuando.
  6. Pon límites. Los límites son como los leucocitos del sistema inmune emocional, son el medio para defender y respetar tu integridad emocional. Una persona que no pone límites es abusada y no comunica valor. Una buena forma de comunicar que no vales es permitir todo. Para poner límites hay que hablar con claridad, respeto y conciencia. Uno admira y desea estar con personas que tienen límites y se respetan a sí mismas. Justo por eso inspiran respeto.
  7. Haz las cosas con un sentido. Se trata de expresar lo mejor de ti en lo que haces todos los días, desarrollar nuevas capacidades, vencer límites y que tus acciones tengan trascendencia y sentido para ti. Estirar tus capacidades, ponerte a prueba de una manera amorosa y entendiendo que tu tiempo es importante y que lo inviertes en la vida de una manera útil.
  8. Respeta tus limitaciones. Todos tenemos incapacidades y defectos que nos pueden enfermar de nosotros mismos: ese sobrepeso, esa actitud cerrada y evasiva, rigidez, desorden, miedo a hacer algo nuevo. En fi n, todos tenemos aspectos que pulir y cambiar de nuestra personalidad, sin embargo, cuando eso es un pretexto para perseguirnos diciendo: “Eres una cerda, ¡mi- ra que cachetes!”. Estas voces perseguidoras son un virus que mata tu seguridad. ¡PARA!
  9. Piénsate feliz y abundante. Imaginarte más libre, más contento, con relaciones más íntimas, con una vida de mayor merecimiento en todos los sentidos, es muy importante. Hay que crear nuevos hábitos de autoestima por pasión, por amor y no por deber, porque desde ahí podría ser un nuevo garrote castigarnos. Que te mueva esa ilusión de verte sano, poderoso y, como dice Martha, “produciendo la vida”. No te quedes en la actitud de víctima. Cuando tienes autoestima eres capaz de producir la vida y no que la vida y las personas te produzcan a ti. Tener o no autoestima es tu elección.


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