lunes, 10 de diciembre de 2018

¡Sobrevive a los cuñados del infierno!

Por: Lucy Romero

 

Posesivos

Tienen un comportamiento posesivo con su hermano favorito que, casualmente, es tu pareja. Es su fuente de satisfacción, porque le compra cosas, lo lleva a lugares y es su apoyo constante. Entonces, tú eres una “amenaza” para su comodidad.

Son los típicos cuñados que diario le llaman para pedirle algo, un consejo, dinero, que les solucione los problemas, ¡vaya! Hasta pagarles el seguro del coche o darles trabajo en su empresa.

¿Qué se hace? Respeta los momentos de tu pareja con su familia y negocia con inteligencia las atenciones hacia ellos, de modo que no afecten la convivencia, economía o estabilidad. Haz que respeten tu intimidad y tiempos de pareja.

Complacientes

Buscan tanto tu aprobación que, en su afán de hacerte sentir parte de la familia, toman la iniciativa para pasar tiempo contigo, muuucho tiempo contigo, desdibujando los límites en la relación. Es la cuñada que quiere ir contigo de compras, al salón de belleza, al café, presentarte a sus amigas ¡y hasta irse por unos tragos juntas! Está también el típico cuñadito que llega a tu casa, aunque no estés, abre el refrigerador y se toma tu botella de vino para después sentarse en tu cama y prender la tele.

¿Qué se hace? Aunque crezca la confianza, siempre mantén el respeto y la distancia. Más vale ser firme en los límites –sin herir– para evitar problemas. Establecer una relación demasiado cercana con ellos puede convertirse en tu peor pesadilla, porque tendrá información acerca de ti que puede usar en tu contra. Que nunca se te olvide “la sangre manda” y que el día que tengas un pleito con tu pareja, sin importar qué tanta cercanía haya tenido contigo, se va a poner de lado de su hermanito.

Autoritarios

Se entrometen e intervienen de forma negativa. Normalmente es el hermano mayor que siente que tiene derecho a decidir sobre la vida de los menores. Lo caracterizan los celos excesivos y puede llegar a ser una verdadera carga si cuenta con el apoyo o temor de tu pareja. Es el clásico cuñado que cuando sacan un coche nuevo a crédito, pone el grito en el cielo diciendo: “Pero pobre de mi hermano que ahora va pagar quién sabe cuántos años por algo que ni necesitan”.

¿Qué se hace? Si tu pareja no puede controlar sus intervenciones, lo mejor es dejar la relación por lo sano (en caso de que sea reciente), de lo contrario, intenta reducir el efecto de sus comentarios, no les prestes atención y mantén distancia.

Indiferentes

Su relación con tu pareja puede ser conflictiva y nociva, por lo tanto, tú no eres relevante en la vida de la familia. Son los más difíciles de conocer porque en las reuniones familiares se portan evasivos y son incapaces de iniciar una charla o estrechar lazos contigo. Son los que a la hora de la foto familiar o en cualquier celebración siempre te sacan del cuadro y procuran tomarla cuando tu pareja fue al baño.

¿Qué se hace? Sé comprensivo con tu pareja, porque esa relación fría o sin contacto puede ser dolorosa. Respeta esa distancia, sin alimentarla, e intenta ser tú mismo en toda situación. Si logras relajarte puede que contagies a tu cuñado y que esto haga más fácil construir un puente de comunicación. Generalmente, en estos casos ese desprecio que tienen tus cuñados hacia tu pareja tiene raíces fuertes en episodios familiares de la primera infancia, es por eso que es tan difícil cambiar este patrón. Y lo que menos te conviene a ti es tratar de intervenir convenciéndolos de ser buenos hermanitos.

Insufribles

Se empeñan en meterse en tus asuntos de pareja con el pretexto de ayudar. Insisten en dar lecciones sobre la mejor manera de llevar tu relación, organizar tu casa, ahorrar, trabajar o cómo educar a los hijos. El caso más típico son los cuñaditos que cuando ustedes anuncian que van a salir de viaje, ellos ya están corrigiendo rutas, consiguiendo boletos e incluso imponiendo cuántos días deben estar en cada lugar.

¿Qué se hace? Ve haciéndote a la idea de pararlos en seco, su imagen de perfección les hace querer organizar la vida de todos, no entres en discusiones, simplemente felicítalo por sus ideas y hazle ver que prefieres compartirlas con tu pareja en la intimidad, para USTEDES tomar una decisión. Seguramente entenderá la indirecta.



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