Hace años no era mal visto que las mujeres jóvenes se casaran con hombres mayores para que “se hicieran cargo” de ellas; de hecho, hasta las mamás recomendaban casarse con un madurito, y los viudos buscaban nuevas esposas, al menos, 15 años menores sin chistar.
Hoy, la fecha en que naciste es el último factor para entrarle a una relación. Pero cuando tu amiga de 30 anda con un cincuentón crees que van directo al fracaso. ¿Crees que solo las
parejas con muchos años de diferencia van a divorciarse? ¡Por supuesto que no!
¿Qué une a las personas? ¿Qué las mantiene y qué las separa? Si estás enamorado de una señora de las cuatro décadas o te preguntan si tu esposo es tu abuelito, acuérdate de que lo más importante es la convivencia diaria.
¿Qué dicen los números?
Según una investigación realizada en la Universidad de Emory, en Atlanta, cuanto mayor es la diferencia de edad, más probabilidades hay de que el idilio no llegue a buen puerto. Las parejas con una diferencia de edad de cinco años tienen 18% más de probabilidades de acabar mal que una pareja con la misma edad. Una diferencia de 10 años, la probabilidad de fracasar asciende a un 39%. Y con 20 años, hasta casi un 95%.
Según este estudio, una diferencia de un año es sinónimo de amor para toda la vida.
¿Está bien o soy un depravado?
A ver, sí hay razones dudosas para querer andar con una chavita o con una doña que te triplica la edad. No está bien estar con alguien por las puras ganas de sentirse deseable, por el miedo a envejecer, por querer impresionar a otros o por tener cosas bonitas. Todas estas son razones súper incorrectas para entrarle a una relación, ¡la que sea!
El problema con las edades puede ser que quien es mayor quiera ejercer poder absoluto en la relación —tomar decisiones, manipular, etc.—, solo porque tiene más recursos de todo tipo: materiales, sociales, económicos o experiencias.
¿Qué les espera?
Ya que estén 100% seguros de que es amor verdadero, que la edad es solo un número y que quieren ser felices para siempre, es más fácil que superen los retos a los que se van a enfrentar…
- Lo primero es dejar claro qué proyecto de vida quieres y asegurarte de que la otra persona cabe. Por ejemplo: si uno muere por un hijo, el otro ya tiene tres y se llevan 25 años, puede ser grave. Hablen desde el principio de lo que cada uno quiere y NO quiere.
- Van a tener que remar contra corriente y desafiar el qué dirán. A la gente no le gusta
lo que no es “normal”. Capotear con gracia las críticas no es cualquier cosa, hacerlo juntos y desde el mismo frente hará toda la diferencia y los unirá más.
- Es importantísimo empatar sus deseos sexuales. Es pura biología: con el tiempo baja en los hombres, pero aumenta en las mujeres. En muchos casos es un plus a la relación, pero si resta, hay que hablarlo sin mezclar lo emocional.
- Hay que negociar, pueden estar en diferentes lugares en cuanto a necesidades físicas, emocionales, de tiempo y espacio, sus objetivos pueden ir desfasados y la única solución es que alcancen una cercanía psicológica sin afectar la integridad de cada uno.
Lo que sí se vale dar y pedir
Protección: no es pecado buscar protección, paz, experiencia y sabiduría en una relación; muchos necesitamos a alguien que nos dé seguridad para hacer frente a la vida. Pero no esperes que tenga la función de los padres, que es dar. En la pareja hay que dar y recibir.
Estabilidad económica: ¿qué hay de grave en buscar a alguien con suficiente estabilidad económica no para depender, sino para sumar? Es válido no querer pasar penurias materiales ni querer ser proveedor y tener que pagar todo. Se vale recargarse temporalmente en la pareja en momentos de dificultad económica, pero ser totalmente dependiente económicamente es igual a sumisión, cero autonomía y, tarde o temprano, recriminación.
Juventud y madurez compartida: a veces la relación con alguien menor reconecta con la vida; del lado contrario, estar con alguien mayor nos da madurez y experiencia. Todo suma si es en un espacio de solidez y paz. El reto es vivir diario con compatibilidades de gustos, intereses, proyectos compartidos, metas de vida e ideologías.
Como en cualquier pareja, lo que importa es la convivencia y respetarse el uno al otro. Vivir en una pareja dispar puede potenciar las dificultades cuando no se hacen desde la conciencia, el atractivo mutuo y la genuina decisión. O sea, ¿cómo vas a durar si solo quieres su dinero o su juventud? La concordancia de intereses y objetivos, así como la madurez personal, facilitan el disfrute y permanencia en una relación así. En el amor la edad no es duda, si la persona es madura…
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