El ghosting está, desgraciadamente, a la orden del día. Para quienes tienen la suerte de no saber qué es, nos referimos al momento en el que una persona con la que se empezaba o se había desarrollado cierta relación romántica o afectiva, desaparece por completo, sin dar ningún tipo de explicación, como un fantasma, por eso el nombre… Pero bueno, hoy no se trata de explicar cómo se llega a ghostear, sino a ofrecer algunos consejos para superarlo y poder detectar esas red flags a tiempo. ¿Lo más importante? Recuerda que no es culpa tuya.
1. Se vale sentirse mal: que alguien se nos desaparezca de la nada, por muy breve que fuese una relación, siempre duele. Un estudio de la Universidad de Michigan encontró que el desprecio que sienten las personas que han sido rechazadas, comparte los mismos circuitos neuronales que el dolor físico. Además de que nos pasa factura en el lado emocional. Permítete sentir ese dolor, para poder conocerlo y así trabajarlo.
2. Acepta que no controlamos todo: cuando alguien nos rechaza, es normal querer autoculparnos: “¿qué hice para merecer esto?”. El primer paso es ser consciente de la situación y aceptar que la otra persona te ha abandonado por voluntad propia. Cuidado con convertirte en tu peor enemigo, ya que en estas situaciones se suele activar un mecanismo de autoculpa en el que terminas recriminándote las decisiones de los demás. Así puedes salir del bucle:
- El dolor ni amigo ni enemigo. El dolor emocional es un signo de que algo no está bien y debemos solucionarlo, por lo que el primer paso es aceptar su existencia.
- Busca apoyo en las personas cercanas. Aunque a veces puede ser difícil contarlo por miedo a lo que otros piensen, a la mayoría de las personas les ha pasado o son empáticas con tu situación.
- Aceptar el rechazo y ser consciente de que no puedes hacer nada para cambiarlo, es el paso fundamental para comprender que este suceso forma parte de tu pasado y que lo que condiciona tu presente son las emociones que sigues alimentando.
3. Ojo con las red flags: unas son más obvias que otras, pero siendo honestos sabemos cuando las cosas no están tan bien como antes y aun así nos tapamos los ojos para no verlas. Algunas de las más comunes: vemos que va y viene, que unas veces se comunica mucho y otras nada, tiene cambios de ánimo y de actitud, muestra mucho interés y otras desgana… En estos casos se trata de personas que prefieren no involucrarse demasiado en una relación, evitando crear vínculos más profundos.
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