Muchos vienen a mi consultorio con problemas resultantes de una relación de amor-odio extrema; es común que digan “me estoy ahogando en esta convivencia pero sin ella no podría vivir”. El apego excesivo -como le llama Walter Riso, psicólogo italiano especialista en terapia cognitiva- impide la creación de amores constructivos. Este tipo de vínculos generan un adicción afectiva que tiene efectos potentes en la “subida y bajada” de las emociones.
La presencia del otro da una sensación temporal de plenitud o de supervivencia en situaciones de carencia. De la ternura a la agresión hay una distancia pequeña cuando se vive en los extremos y, si bien la pareja le da algún sentido a la vida, vivir en este sube y baja cansa, desespera y nos hace violentos. Cuando digo violencia no me refiero solo a golpes, esta puede ser desde indiferencia, burlas e ironías hasta maltrato emocional y físico.
Sobra decir que aferrarse a un “amor” así, no solo impide la comunicación y el disfrute, sino que termina matando la libertad e igualdad para darle entrada a la posesión, el control, la amenaza, los celos, la asfixia y el empobrecimiento personal. Lo que un día fue amor se transforma en un apego traumático matizado de indefensión y temor a dejar a esa persona. ¿Te sonó familiar? Seguramente has hecho intentos para romper este círculo vicioso, no tiene caso que sigas haciendo más de lo mismo, pues con ello, lejos de que ocurra algo diferente, incrementarás las recaídas.
¿Me quedo o me voy?
¿Cómo saber si la relación ya está para terminarla o hay algo que hacer por ella? Hay indicadores que nos ayudan a saber si una relación está dando más estrés que bienestar.
- Empiezas a dudar de las percepciones que tienes en relación a lo que pasa en tu vida de pareja.
- Tienes más momentos de estrés que de tranquilidad.
- La relación amorosa te cierra más opciones -sociales, de intereses, de diversión, de trabajo, de aprendizaje- de las que te abre.
- Empiezas a creer que eres el único culpable de lo que pasa.
- Los sentimientos de ternura hacia el otro se convirtieron en deseo de revancha.
- Confundes los actos abusivos del otro -controlar, perseguir, aleccionar, cuestionar, celar- con actos de cuidado e interés hacia ti.
- Son cada vez menos los momentos de disfrute con tu pareja.
- Tus sueños, intereses y proyectos quedan en el olvido, pospuestos o imposibilitados.
- Te sientes más débil, cansado y limitado que al inicio de tu relación.
- Las interacciones con tu pareja te hacen sentir infantil e inmaduro.
Si tienes 5 o más de esos síntomas será difícil mejorar tu vida de pareja sin ayuda externa, y si tu pareja no está dispuesta a hacer la parte que le toca para mejorar la relación, no hay cómo.
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