En cualquier relación una buena comunicación es vital. Sobre todo cuando se trata de una pareja. Muchos matrimonios y noviazgos tienen la idea de que su éxito reside en no tener peleas y entierran sus problemas solo para evadir el conflicto. Lo que no saben es que podría llegar a ser LA causa para separarse.
Aunque suene extraño, hay que aprender a “pelearse” y nosotros te daremos los tips para que tus discusiones cambien a conversaciones en donde una comunicación tranquila y fluida sea clave para la solución:
- Enfría la cabeza.
Nada bueno ocurre cuando te dejas llevar por las emociones, siempre acabas hablando desde el hígado y no desde la razón. Recuerda que el respeto es básico. Jamás debes insultar a tu pareja o hacerlo/a sentir menos. Siempre piensa y estructura con cuidado la oración que vas a decir para darte a entender y deja que la otra persona termine de hablar sin interrumpirla. También es indispensable que evites adjetivos calificativos negativos. Y si es que estás muy agitado/a, busca una manera de tranquilizarte, como dar tres respiros profundos, una breve pausa, salir a caminar, etc.
- ¡No debe haber culpables!
Recuerda que, en la mayoría de los casos, nadie está al 100% “libre de pecado” y seguramente los dos echaron de su crema para que hubiera una bronca. Entonces evita victimizarte y calificar al otro como el culpable. Porque, además de que es un tipo de manipulación emocional, nadie es un santo.
- Ten apertura y deja el ego a un lado
Tienes que tomarte un momento y ponerte en sus zapatos ¿qué hizo que te enojó y por qué crees que lo hizo? o ¿por qué le molestó lo que hiciste? Ya que analizaste esto, presenta con calma lo que piensas sin dejar que tu ego cierre tu atención con el típico “tengo razón” y plantear datos como si estuvieran escritos en piedra. Para no herir susceptibilidades y lograr que la otra persona también sea empática, intenta usar el verbo “sentir” y sus conjugaciones. Por ejemplo: “Siento que me hablaste fuerte porque…”. Y si encontraste un error tuyo, va a ser muy maduro asumir las consecuencias de tus actos. Todos sabemos lo difícil que es pedir perdón, pero a veces es necesario decirlo. Ojo, tampoco lo confundas como una herramienta para, como lo dijimos antes, enterrar tus problemas y hacer como si nada hubiera pasado.
El perdón debe de ser sincero y venir desde la humildad.
Es indispensable aceptar disculpas y dejar ir lo que sucedió. No hay nada peor que sacar de los escombros una pelea vieja. Y si crees que es algo que no han resuelto (y quieres seguir con esa persona), deja tu orgullo a un lado y recuerda que la terapia de pareja no tiene nada de malo.
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