Cuidar a nuestros padres cuando envejecen, cuando se ponen necios, cuando están enfermos, cuando se quedan solos, es un reto para el cual no estamos preparados, pues el aumento de vida no necesariamente va acompañado de calidad. Esto tampoco significa que el reto no pueda llevarse con la mayor dignidad posible, pero, para que eso pase, hay que agarrar el toro por los cuernos.
En El país de las sombras largas, el escritor Hans Ruesch describe las costumbres de los esquimales. Menciona, por ejemplo, que en el momento en que un anciano ya no es capaz de valerse por sí mismo, lo separan del grupo y lo dejan solo a esperar su muerte. Esta práctica, que a nosotros podría parecernos cruel y aterrorizante, está rodeada de un valor espiritual que le da un sentido completamente diferente: los esquimales creen que existe otro mundo al que ven sus muertos y ser enviado a esperar ese momento es una bendición, una forma elegante de partir sin convertirse en una carga para los demás ni generar resentimientos. Las personas mayores permanecen en la mente de los vivos como un recuerdo más puro -un recuerdo ideal. Se salvan de desgracias como la senilidad y la pérdida de funciones, en otras palabras, se les concede la oportunidad de morir sin deteriorarse.
Ok, pero nosotros no somos esquimales y en nuestra sociedad esto es mucho más complicado de entender. Nos llenamos de culpas, no sabemos cómo hacerle, los papás terminan siendo una carga y, hoy por hoy, en México, sigue dando terror y culpa pensar en la opción de mandarlos a un asilo.
En algunas sociedades, en Estados Unidos, por ejemplo, el futuro de los ancianos está más resuelto. Existen muchos tipos de casas de retiro, desde privadas, elegantes y funcionales hasta instituciones públicas que todos hemos tenido oportunidad de ver en películas y series de televisión.
Aunque cada vez hay más opciones dignas, a cualquiera le aterra la imagen de un familiar abandonado en una de esas casas, tanto como la idea de convertirse en su cuidador. Aunque en México estemos acostumbrados a velar por nuestros viejos, etar acostumbrado no es lo mismo que estar preparado.
Suena a cliché, pero el primer paso es aceptar la nueva realidad. Aunque resulte doloroso, se deben asumir las necesidades y limitaciones de nuestros papás, aceptar que se hicieron viejos y que aunque en algunas cosas siguen siendo autónomos, en otras se volvieron totalmente dependientes. Esto también puede significar que dejen de ser el respaldo y apoyo que fueron, pues en el momento en que dependen de ti, la relación cambia por completo. Hay que saber aceptarlo, antes de tomar acciones más concretas.
¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL?
De entrada, porque nos confronta emocionalmente, porque es algo que no se siente natural. Cuando criamos un hijo, cada paso que damos nos acerca hacia nuevos logros y nuevos retos; vamos construyendo, creciendo junto con él. Pero cuidar a un adulto mayor significa acompañarlo en el proceso de la pérdida de sus funciones y este es sumamente doloroso. Al final también es una pérdida para ti, por el simple hecho de ser tus padres. Acompañar a los familiares mayores no se trata únicamente de darles amor, implica cuidar de ellos. Conviene entonces detenerse a reflexionar y tener claras las respuestas.
¡SÁCALES ESTA INFORMACIÓN!
¿De donde viene su dinero?
Si tus papás fueron empleados, es probable que tengan derecho a una pensión. Si tienen menos de 65 años, estás a tiempo para actuar. Revisa si cotizaron en el Seguro Social o algún otro plan de pensiones. En todas las afores están obligados a darte esta información.
¿Quién va a pagar sus medicinas?
Los seguros de gastos médicos se hacen más caros entre más años tienes. Y peor si llegaron a los 50, 55 o 50 años sin haber tenido uno antes, porque no tienen antigüedad en la aseguradora y les cobran más. Si pertenecen a algún sistema de seguridad social pueden conseguir medicinas y atención.
¿Quién mantiene la casa?
Cuando los papás se quedan solos, muchas veces tienen una casa más grande de la que necesitan. Un experto en hipotecas, explica que los papás terminan por gastarse un dineral en mantenimiento, en lugar de usar ese dinero en cosas más urgentes. Su solución: vender la casa e irse a vivir a un departamento más pequeño.
¿Dónde está el dinero?
¿Qué pensarías tú si alguien te dijera: “dame las claves de tus cuentas”? Eso van a pensar tus papás si les dices que te digan dónde ponen el dinero. Pero tendrían que llegar a una solución para que puedas usar el dinero en caso de una emergencia.
¿Dónde están los documentos?
Los de seguros de gastos médicos, del seguro social y de sus cuentas de banco e inversión.
¿YA NECESITAN TU AYUDA?
Stacey Hilton, psicóloga de la asociación Visiting Angels, recomienda fijarse en las siguientes señales, pueden indicar que tus viejos ya no pueden solos
- ¿Están comiendo bien?
Si están más flacos o están perdiendo el apetito, pon atención de que esto no sea porque ya no son capaces de comprarse sus alimentos o cocinarse su propia comida. - ¿Están limpios?
Si están oliendo raro y sus uñas y dientes no se ven limpios, si su casa ya no está tan reluciente como la recuerdas, quizá llegó la hora de ayudarlos a tener una mejor higiene. - ¿Fallas graves de memoria?
¿Dejan la estufa prendida a cada rato?, ¿están perdiendo su dinero?, ¿se les olvida pagar las cuentas? Tal vez necesitan ayuda para resolver sus asuntos cotidianos, o es un foco rojo de que deben ser tratados por un especialista. - ¿Su casa es segura?
¿Se dieron algún golpe fuerte?, ¿tienen que bajar y subir escaleras riesgosas?, ¿todavía pueden manejar su coche? Puede ser momento de llevarlos y traerlos a sus mandados, adaptar sus casas a las nuevas necesidades o incluso mudarse.
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