miércoles, 18 de abril de 2018

El factor Figueroa: Milenaria

El caso es que estábamos ahí, tan a gusto, cuando entró la llamada de su manager de Relaciones Públicas para avisarles que tenían que asistir a un evento mega importante. Por suerte -y un poco de mala educación- pusieron la llamada en altavoz, así que me enteré de todos los detalles.

No saben la envidia podrida que me entró en el cuerpo cuando escuché que la fiesta obligatoria no será una fiestecilla cualquiera sino ‘la fiesta’. Y es que aunque vivo a dos calles del lugar no puedo asistir porque no soy ni millennial ni influencer. Aunque yo, sinceramente, creo que sí soy influencer. Ponle que le intereso a diferentes marcas que mis amigas, pero tengo buena credibilidad y opino que si los anunciantes se pusieran listos yo podría ser un fenómeno del marketing a nivel minorías. Allá ellos.

Siguiendo con la celebración, estoy feliz por mis amigas porque recibieron instrucciones con las que todo el mundo soñaría: “¡solo tienen que ir y pasarla bien!”. Eso dijo el hombre al teléfono que también especificó que el ‘dress code’ era muy sencillo porque podían ir “como salen en el programa de televisión, pero un poquito mejor. No tienen que ir de gala, aunque sí es de gala (o sea, sí, pero no). Digamos que se vean guapas pero ‘cool’, porque los anfitriones son ¡Dolce & Gabbana! Es un desfile de Alta moda, Alta Sartoria, Alta Gioielleria”. Todo eso les soltó el publirelacionista y yo con cara de pasmada. Quiero decir, pasmada por fuera pero dichosa por dentro de no tener que pasar por todo el proceso de ‘arréglate lo más que puedas, al fin y al cabo nadie te a a voltear a ver porque todos observarán a Sophia Loren y tú te sentirás fatal porque una mujer de 83 años está más guapa, aunque en el escote ya se le note el camino inevitable hacia el más allá’.

Es que, ya entrada en gastos, supe que la invitada de honor -más invitada de honor que los otros invitados, porque hasta entre los invitados hay razas- es la italiana que, además de ser maravillosa, cuentan que tuvo un romance con Carlos Slim. Cosa que yo no creo mucho, pero quien soy yo para andar desmintiendo los amores del octavo hombre más rico del mundo. Todavía si fuera el número uno o el dos, lo desmiento. Pero el octavo, no. El octavo puede decir lo que quiera.

Mientras las millennials se rompían la cabeza para la gran noche italiana, ésta escritora bonita y milenaria se prepara para asistir a la premiere de Luis Miguel, La Serie. Trataré de seguir los consejos de los expertos y verme guapa pero ‘cool’. O sea, que los demás no digan ‘uy mira cómo se esforzó la mujer’.

Dios, que bueno que inventaste las tonterías para valorar las cosas importantes.



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