lunes, 21 de octubre de 2019

Aprende a fortalecer tu interior para sobrevivir al rechazo

Todos hemos estado en estas situaciones: no tomamos el riesgo de decirle a alguien que nos gusta por miedo a que nos batee; nos sentimos fatal si nos corren de la chamba porque nos creemos incapaces de conseguir una mejor; decimos que el amor no es para nosotros porque alguien nos aplicó el famoso “no eres tú, soy yo”; nos sentimos terrible porque nuestro grupo de amigos se fue a comer y no nos invitaron, y hasta creemos que es el fin del mundo porque Chuchito se pasó de largo y no nos saludó. Hay miles de situaciones que nos activan una cosquillita que no sabemos qué es, pero ¡cómo molesta!

¿RECHAZO O ME ESTOY MALVIAJANDO?

Lo primero que tienes que hacer es identificar si lo que estás sintiendo es rechazo o el juez loco de tu cabeza. Cuando te enfrentes a un rechazo, tómate un momento para considerar las siguientes preguntas:

  • ¿Qué sentimientos te provoca esta experiencia? ¿Miedo, frustración, abandono?
  • ¿Sientes que hiciste algo incorrecto o inadecuado ante una situación?
  • ¿Sentiste algo similar en tu pasado, específicamente en tu infancia?
  • ¿Cuál fue tu reacción? ¿Culpas al otro, te enojas, gritas, te quejas, le juegas al “pobre de mí”, te rindes o pretendes que no te importa?

¿POR QUÉ LE TENEMOS TANTO MIEDO?

Los rechazos, las pérdidas y los abandonos nos provocan muchas clases de sentimientos, de pensamientos y de conductas: pánico, shock, culpa, vergüenza, ira, depresión, desesperanza, tristeza, uno a la vez, todos de un jalón o en diferentes momentos (en especial si pusimos todo tipo de expectativas y esperanzas). Todos esos sentimientos son la razón por la que nos cerramos y decidimos no intentarlo de nuevo. O lo hacemos, pero con mucha desconfianza, inseguridad y lis- tos para salir corriendo a la primera mala cara, y eso, aunque no lo creas, nos genera relaciones disfuncionales hacia adentro y hacia afuera.

Según el libro Abriéndonos a la vulnerabilidad de Krishnananda y Amana Trobe, cuando nos rechazan, surgen sentimientos que hemos enterrado dentro de nuestro inconsciente y que no queremos ver. Son heridas de la infancia que emergen de ahí, y son importantes porque es la época en la que somos más vulnerables y todo nos marca y nos forma. Estas dos son las principales:

VERGÜENZA. Ante el rechazo surgen sentimientos de no valía. Una profunda sensación de insuficiencia, fracaso, frustración, deficiencia, de ser inadecuados y de que somos funda- mentalmente incorrectos. Es la responsable de pensamientos como: “me rechazaron porque no sé hacer nada bien”. Activa nuestro juez interior, el gran crítico que nos ataca con todo su poder, usando voces condenadoras a las que nosotros les creemos, como las de nuestros padres o una maestra.

ABANDONO. Sientes que nadie te quiere, que estás solo, con una profunda sensación de abandono y sin que a nadie le importe. Esta herida se origina en ciertas acciones de nuestra infancia, como que no tuvimos la atención que quisimos de nuestros padres, no recibimos la sensación de ser especiales y únicos, fuimos humillados, criticados, presionados o juzgados, en casa o en la escuela, cargamos con las expectativas de uno o de ambos padres de ser exitosos o “alguien” y tomamos la responsabilidad muy temprano.

Uno puede pensar que, siendo adultos, esto no debería suceder, que ya hemos superado esa etapa infantil y que, por lo mismo, no es lógico que nos duela que las personas nos rechacen, peeero la experiencia de abandono y rechazo no son algo racional. De hecho, la mayoría ni siquiera sabe que tiene esas heridas. No somos conscientes de cuándo nos dañaron esas situaciones y cómo siguen afectando nuestras vidas y relaciones del presente y nos hacen disfuncionales.

Lo importante es entender que vivimos con una parte emocional anclada en el pasado y que hay que buscar ayuda profesional para salir de estos agujeros que siguen atrapados en nuestro inconsciente, y entender que ese dolor es solo la punta del iceberg de algo más complejo que hay que limpiar y sanar.

¿ATRAES EL RECHAZO?

Hay que entender algo: en el rechazo hay un ciclo. Quizá no eres consciente de ello, pero pregúntate qué haces para atraerlo, sobre todo, si ves en tu vida una historia de rechazos (vives con la fantasía de que te están rechazando todo el tiempo, aunque las otras personas ni si quiera lo tengan en la mente). La vida no es acerca de ti, tú estás siendo inicio y fin de un círculo vicio- so en el que tus pensamientos negativos hacen que la gente te rechace.

En el centro están tus heridas de la infancia; algo de afuera (el rechazo) las detona y pone en jaque tu autoimagen (autoestima); si no es lo suficientemente fuerte, se activan pensamientos negativos que provocarán que te rechacen.

ROMPE EL CÍRCULO VICIOSO

El problema no es tanto que tengas pensamientos negativos, sino que te los creas. Para romper ese ciclo debes identificar lo que tu mente negativa te está diciendo para poder confrontarla y callarla. Recuerda que no puedes dejar de sentir lo que sientes, pero sí puedes cortar tus pensamientos y darte cuenta de que eso que estás pensando no es cierto. Identifica si es rechazo o no. No todo rechazo es intencional, date tiempo y espacio para permitirte sentir eso que se abrió cuando te rechazaron. Identificarlo es justamente el camino a la sanación.

No te lo tomes personal. Hay cosas que no tienen que ver contigo ni son tu responsabilidad; por ejemplo, quizá no eres el más apto para las necesidades de una empresa. Eso no significa que te están rechazando a ti como ser humano o que no seas bueno. Lo que sí depende de ti es no prepararte.

Acéptalo como una oportunidad. Nuestra primera reacción, y la más profunda, es hacer lo necesario para no sentir el dolor, pero aléjate de ese camino, velo como un aprendizaje que te hace más fuerte y contribuye a tu crecimiento.

No trates de quedar bien con todos para evitar el rechazo. No seas complaciente con la gente que te ha rechazado, servir de tapete o tratar de caerle bien hará todo lo contrario.

Trabaja con tus expectativas. Si vas a establecer expectativas irreales, asume tu responsabilidad cuando no se cumplan y no le eches la culpa al rechazo.

Sé gentil contigo cuando te rechacen. No te tires al drama, quizá la relación que tanto querías con alguien puede terminar en otra cosa. Pero, ojo, no se trata de ser conformista, sino de ampliar tu visión y no necear.

Reconoce tus sentimientos. Usamos estrategias de distracción o negación para evitar sentir dolor. Culpamos, atacamos o acusamos porque no encontramos las herramientas para comprender e integrar lo que nos está sucediendo. Aceptar y abrazar lo que estás sintiendo es el primer paso para trabajar en la autocontención.

Fortalece tu autocontención. Se trata de la manera en la que uno se sostiene a sí mismo cuando se desborda en sentimientos. Si de verdad te rechazan sistemáticamente sin razón aparente, entonces quizá sea buena idea cambiar de círculos o ampliar los que ya tienes.



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