Parece imposible que, con su personalidad tan adorable, el director sea capaz de concebir esas monstruosidades, pero así es, sus creaciones son sus mejores aliados y nosotros sus más grandes fans.
¿Por qué crees que La forma del agua es una película que conmueve tanto?
Desde el principio la concebí con un subtítulo que era Una fábula para tiempos complicados. Ahora vivimos pensando que estamos muy conectados, pero es una ilusión; estamos viviendo una desconexión, una falta de empatía y un separatismo ideológico que está constantemente magnificando la otredad del otro. De ahí salió este cuento, esta fábula que tiene una belleza, una especie de ungüento emocional.
Has escrito y coescrito muchos guiones, ¿qué prefieres?
Pues escribir solo es aterrador, pero no lo odio. He escrito en compañía de Matthew Robbins, Peter Jackson, y es infinitamente más sencillo. Número uno, porque existe un diálogo con la otra persona y vas calibrando mejor. Normalmente nos reunimos y luego nos vamos turnando el guion. Y así le hicimos Vanessa [Taylor] y yo; le dije: “El guion es tuyo por un mes, hazle lo que quieras”.
¿Nunca te ha pasado que quieres cambiar o reescribir lo que te entregan?
No, porque en las varias décadas que llevo en esto, he aprendido que esta es la mejor manera de colaborar; cada quien se siente propietario de la historia y es cuando salen nuestros verdaderos instintos. Esta vez con Vanessa, nunca tuve ni miedo ni censura. Ella llegó con instintos muy diferentes a los míos; mucha gente creyó que ella había escrito las partes de amor y yo las de suspenso, pero fue al revés; yo escribí las cosas de ternura y, bueno, también la violencia, no lo voy a negar, jajaja, y ella se encargó de apuntalar la intriga entre los espías rusos y los generales.
¿Qué elemento crees que es el que ha hecho llorar a todo el mundo?
Yo también lloro cada vez que la veo, y es que usé una receta que siempre funciona, justo como lo hace Como agua para chocolate, si estás llorando cuando preparas la sopa, la gente va a llorar al tomársela. Yo escribí el final de la película llorando. Hay un monólogo a señas que hace mi personaje mudo sobre lo que ella entiende que es el amor, y esa parte me conmueve profundamente.
¿Dirías que esto es una oda a los que se atreven a ser diferentes y vivir su individualidad?
Por supuesto, creo que celebrar nuestra imperfección es el camino para la paz y la felicidad. Las ideas de perfección y normalidad son opresivas; la mayoría tenemos idiosincrasias y defectos, pero los defectos no son más que virtudes mal miradas; si abrazas eso y te permites ser imperfecto, puedes ser tú, y de esto trata la historia.
¿Siempre tuviste a Sally (Hawkins) en mente?
Sí, se la escribí a ella, bueno, a cuatro de los actores que están ahí.
Y, ¿si te hubieran dicho que no?
Lo he hecho varias veces. A Federico Luppi le escribí Cronos y El espinazo del diablo; a Ron Perlman, Hellboy; a Sergi López, el papel del Capitán, en El laberinto del fauno. Pasa pocas veces que lo escribo así, pero nunca me ha pasado que no acepten. Lo hago con mucho cuidado y mucho amor, y ellos lo saben; veo todas sus películas, veo el rango que tienen y les ofrezco empujarlos a un rango mayor.
¿Dirías que La forma del agua es tu favorita o siempre la última es la favorita?
En este caso es muy afortunado porque sí es mi favorita, pero no por ser la última. El orden en el que las pondrías es 1. La forma del agua, 2. El espinazo del diablo, 3. El laberinto del fauno, 4. La cumbre escarlata, 5. Titanes del Pacífico y luego 6. Hellboy 2.
Completa la siguiente frase: La forma del agua es mi película favorita porque…
Es la más arriesgada y es la más sincera. Felipe Cazals me dijo una cosa muy bonita: “Por fin soltaste el aire, mano”, y así se siente.
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