Imagina que después de cierto tiempo de hablar, por fin esa persona te invita a salir. Obviamente las expectativas están por los cielos, quieres que todo salga increíble, que la conversación fluya increíble como cuando hablan por WhatsApp y piensas que todo será miel sobre hojuelas. Eso en el mejor escenario.
Pero, ¿qué pasaría si estando en pleno date la conversación nomás no está fluyendo, llegan los silencios incómodos y lo único que quieres es salir corriendo y esconderte bajo las sábanas?
Primero que nada, no puedes entrar en pánico. Los nervios de la primera cita son completamente normales y lo último que puedes permitir es que te controlen. Generalmente queremos que todo se dé súper natural y creemos que cuando hay química, las cosas simplemente pasan. Déjame decirte que no necesariamente es así, puede que le gustes muchísimo a la otra persona, pero a lo mejor está tan nervioso o pendiente de quedar bien, que se congela y simplemente no sabe qué decir.
Ahora, si de plano ya que tienes de frente al otro y no te sientes para nada atraído, enfócate en tratarlo como a un buen amigo, al que no tienes que impresionar y con el que no tienes que quedar bien. Porque eso sí, está prohibido ser grosero o cruel, nadie quiere llevarse esa experiencia de una cita además de que es completamente innecesario.
Si de plano te sientes súper incómodo o si la otra persona está teniendo comportamientos inadecuados y quieres irte, lo mejor que puedes hacer es sincerarte de la manera más educada posible. “Sabes qué, no me estoy sintiendo cómod@ con esta conversación, creo que lo mejor será que me vaya”, y listo.
El mejor consejo que dan los expertos para tener citas memorables es que seas tú mismo y aunque suene a cliché, es lo único que evitará que sientas que estás forzando algo que de plano no eres. Confía en ti y en tus fortalezas y enfócate en ellas para que todo fluya de la mejor manera posible.
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