Cuando alguien decide casarse es obvio que no cruza por su cabeza el tema de divorcio y mucho menos cuando se ha decidido tener hijos. Sin embargo, el vivir en pareja es más complejo de lo que uno se puede imaginar, y eso se debe a que cada persona tiene una historia, un sistema de creencias e incluso la idea de lo que representa una pareja, en función de su propio modelo (sus padres).
La mayoría de las parejas se casan con expectativas que muchas veces no se cumplen, lo que los lleva a la frustración y enojo, o en el mejor de los casos se termina de manera pacífica, a pesar del sentimiento de fracaso.
Las frustraciones alimentadas por enojo y miedo, se manifiestan con:
- Berrinches
- Venganzas
- Exigencias
- Intolerancia
- Quejas
- Gritos
- Insultos o en el peor escenario con violencia
Cuando suceden estas cosas la relación empieza a deteriorarse a tal grado que se pierden valores como compromiso, respeto, honestidad o confianza. Si esto decae y la pareja tiene hijos, está claro que les afectará, ya que están involucrados en la relación porque viven bajo el mismo techo o porque son parte de las batallas a causa de los roles no aceptados en la paternidad.
Y es aquí donde uno se debe de cuestionar qué es mejor… ¿quedarse por los hijos o divorciarse?
La Psicóloga Giselle Ureta Sánchez, quien cuenta con una Sub-Especialidad en Parejas nos dará algunos tips para tomar esta decisión y no afecte a terceros (los hijos):
1. Elección consciente y responsable: Medita todo el panorama, es decir, asume las consecuencias buenas y malas.
2. Hazlo de manera madura, sana, pacífica y sin culpas: Cuando los hijos se encuentran dentro de un divorcio con pleitos viven muchas fantasías ocasionadas por incertidumbres, y esto es ocasionado por el simple hecho de estar en una posición vulnerable dentro de la familia, llevándolos a buscar cualquier modo para tratar de que el sistema no tenga un quiebre, por miedo a ser afectados.
3. Reflexiona sobre los factores que afectarán a tu hijo fuera del entorno familiar: El concepto de familia es algo que todos tenemos interiorizado y lo aprendemos desde que nacemos. Este concepto cumple necesidades básicas y elementales para poder vivir como alimento, protección, amor, etc. Cuando este se encuentra vulnerable los miembros de una familia sufren miedo; miedo a ya no pertenecer a una familia, a no trascender como se esperaría en una sociedad, que equivale a patologizar una conducta, es decir, que se va a vivir de manera disfuncional, “no sana”.
4. Recuerda que no porque la familia se separe significa que deja de ser una familia: La familia papá, mamá e hijos, jamás se terminará, solo se transformará. Se vivirá de una manera distinta, donde las reglas serán diferentes y esto no determina si será disfuncional o no.
5. ¿Quieres que sigan el patrón tus hijos?: Existen parejas que viven juntos hasta que la muerte los separe, en una relación patológica, donde los hijos sufrieron la pesadilla, y además puede que repitan este modelo, también hay quienes decidieron divorciarse de manera pacífica y las familias que ambos construyeron fuera de este sistema, después terminaron estando unidas y lograron una gran familia (los tuyos, los míos y los nuestros).
Para finalizar, es importante dejarles un mensaje: la decisión no debería de hacerse desde el miedo. Cualquier relación y más la familiar tiene que construirse y permanecer con valores. Cuando esto no es así, es aconsejable considerar la transformación.
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