Nuestra autoestima se refleja todo el tiempo en nuestras acciones, pensamientos y emociones. Pero ¿y eso qué es? La autoestima es un sentimiento de capacidad y valor personal en el que el juicio más importante es el que haces de ti mismo. Es una experiencia íntima que refleja lo que verdaderamente piensas y sientes de ti. Es la suma de confianza y respeto por quien eres, y en la que te sabes merecedor de amor y felicidad; es también reconocerte con la suficiente habilidad para enfrentar los desafíos que presenta la vida diaria.
Las personas con buena autoestima saben que merecen ser felices y eligen, en lo posible, relaciones y situaciones que les generan bienestar y crecimiento. En el otro extremos, quienes tienen una baja autoestima sienten que no son merecedoras de felicidad y amor. Todo el tiempo piensan que son incapaces de enfrentar las situaciones complejas de la vida, bueno, ¡hasta las más cotidianas! Son súper inseguros, dudan de sí mismos y les da pánico hablar, dar su opinión o participar en actividades grupales. Y bueno, están esas personas con autoestima irregular que algunas veces se siente aptas y confiadas y otras, incapaces y desacertadas.
Tener una autoestima alta es reconocer de manera clara las propias habilidades, experimentando la confianza en uno mismo de manera permanente.
¿Por qué él sí y yo no? Desde el momento en que nacemos, el entorno nos empieza a condicionar de maneras sutiles o directas. Nuestros padres, hermanos y maestros nos van llevando a encajar en un determinado molde y así nos vamos ajustando para ser aceptados por los demás. Ya de adulto, la forma que fuiste agarrando desde chiquito está más que firme y no por decisión propia. Es súuuuper probable que lo único que tengas claro es que quieres ser aceptado y por eso dices ciertas cosas o te comportas de cierta manera, porque eso es lo que se espera de ti. Entonces, no solamente eres miserable, también los demás empiezan a dudar de tu valor y autenticidad como persona.
Ni muy muy, ni tan tan. Sentirte sano emocionalmente te ayuda a no depender todo el tiempo de la opinión de los demás, porque la que realmente importa es la que tienes de ti mismo, la que viene de tu amor propio, de darte permiso de cometer errores y de dejar de pensar que siempre tienes que ser el número uno. Tenemos derecho como seres humanos a equivocarnos y aprender de estas situaciones, a perdonarnos, sanarnos y volver a la vida de manera plena y feliz.
Erróneamente algunas personas basan su autoestima en cuestiones materiales, estatus social, cuánto dinero tienen o cómo se ven físicamente. Y aunque sí es importante sentirnos orgullosos de nuestros logros profesionales y económicos, si solo colocamos nuestro valor personal en las posesiones y factores externos, el día que ya no los tengamos, nuestra autoestima caerá por los suelos. Lo mismo pasa cuando la autoestima viene de cómo te ves, pues a la hora de que envejezcas, te critiquen el peinado o engordes tantito, te vas a desplomar porque tu autoconcepto depende por completo del reconocimiento de los demás. Sí es bueno para tu autoestima comer bien, hacer ejercicio y estar saludable mental y físicamente, pero para quererte y gustarte a ti mismo, no para que los demás te quieran.
Las personas que proyectan una alta autoestima basada en lo material o en su apariencia física necesitan constantemente el reconocimiento y aprobación de otros, y a veces hasta demuestran una aparente superioridad. En realidad, esta falsa autoestima es tan fra´gil que se derrumba cuando se esfuman los halagos y likes en redes sociales.
Este tipo de personas no tienen una autoestima sólida, sino una forma equivocada de mostrarse ante el mundo y quizá en el fondo viven una tremenda inseguridad que no reconocen.
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