Neta, que mal se ve la gente que sigue pensando que el VIH/SIDA es un asunto que solo atañe a los gays.
En alguna ocasión mis amigos hicieron que les prometiera con la mano en el pecho que sin importar lo impactante, ridículo o interesante de las cosas que me platicaran, JAMÁS las contaría en la radio o las escribiría en una columna. Pero con la pena, hoy tengo que romper esa promesa para contarles sobre una de mis amigas, porque su historia es la prueba de que cuando la información y el amor se hacen aliados, un virus no representa ningún tipo de rechazo o temor.
Georgina, es una atractiva mujer heterosexual de 48 años de edad, que asegura que el gran amor se su vida fue el hombre con el que mantuvo una relación sentimental que duró casi 20 años. Pero ese amor se puso a prueba luego de los primeros 5 años de estar juntos, ya que un médico le informó que el hombre que amaba, vivía con VIH. En ese momento tanto ella como los doctores dieron por hecho que también era portadora del virus, pero después de varias pruebas de detección (de esas que se tardaban 15 días en entregarte el resultado), corroboraron que no existía VIH en su organismo.
Todos pensaron que la relación sentimental de Georgina terminaría por culpa del VIH, pero sorprendiendo a propios y extraños, Georgina decidió continuar junto a su pareja, argumentando que lo que hacía no era un “acto heroico ni santo, sino un asunto de amor y mucha responsabilidad”.
Claro que no faltaron los que le decían que estaba poniendo en riesgo su salud y por lo tanto su vida, pero ella solo se limitaba a responder: “sí, soy una mujer enamorada, pero también soy una mujer bien informada”. Y de esta forma la relación de Georgina se convirtió en una más de las millones de parejas serodiscordantes que existen en todo el mundo, es decir, cuando uno de sus integrantes vive con VIH y el otro no.
Así, pasaron 14 años en los que Georgina y su pareja permanecieron juntos, manteniendo relaciones sexuales plenas y haciendo del uso del condón un acto de amor, hasta que finalmente su pareja murió por complicaciones respiratorias derivadas del VIH. Georgina jamás contrajo el virus y actualmente es la presidenta de una Organización de apoyo a personas que viven con VIH en nuestro país.
Las parejas serodiscordantes no renuncian a su vida sexual, pero es muy importante que el portador o portadora, mantenga un estricto a pego (adherencia), a su tratamiento antirretroviral para poder alcanzar una carga viral indetectable y de esta manera proteger más a sus parejas, incluso si el condón llega a romperse, ya que cuando la carga viral es indetectable, el riesgo de transmisión se reduce considerablemente.
De hecho, las parejas serodiscordantes pueden tener hijos si así lo deciden. Si la persona que vive con VIH es el hombre se lleva a cabo un procedimiento denominado “lavado de semen”, ya que el virus está presente en el semen, pero no en los espermatozoides. El procedimiento consiste en separar los espermatozoides del semen para poder realizar una inseminación artificial solamente con los espermatozoides seleccionados y de esta forma evitar una posible transmisión del virus a la madre al bebé. En México es un procedimiento que se puede realizar en cualquier clínica de reproducción asistida.
De acuerdo con CENSIDA, una de cada tres personas que vive con VIH en México, no lo sabe. O sea que, según los cálculos, en el país hay 210 mil personas que viven con el virus de las cuales, sólo 134 mil están diagnosticadas. Y recuerden, sin el tratamiento queda desprotegido el portador y sus parejas sexuales.
¿Ya ven que el VIH no es un asunto solo de homosexuales?
Termina su columna y les encarga que se hagan una prueba de detección. No está de más.
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