Hay relaciones que duran años y años y lo hacen bien. Muchas otras apenas sobreviven y le van ganando tiempo al tiempo hasta que revientan. Cuando hablamos de los “ingredientes” de una relación, siempre salen los típicos: la comunicación, el respeto, el compromiso y la química a la hora de “cooperar”. Pero entre estos ingredientes muchas veces dejamos de lado la gratitud.
Lo vemos como algo que debe darse cuando alguien nos hace un favor, como prestarte dinero para pagar la colegiatura de tu hijo, o ayudarte a cargar las bolsas del súper siete pisos, o se detiene cuando tu auto te deja tirado a la mitad de la noche. También está la gratitud de trámite, esos “gracias” que le das al viene-viene o al que te vende los cigarros.
De la gratitud que hablo es esa que deberíamos sentir en nuestra pareja por los pequeños detalles que dejamos escapar por ser “cotidianos”. Esa que podrías sentir (y expresar) por el hecho de despertar junto a ella o porque siempre te deja el coche con gasolina. Es la gratitud que viene con el hábito de reconocer las cosas buenas que pasan entre ustedes, esa que se debe expresar con un “gracias”, pero también con reciprocidad de esos pequeños detalles y sorpresas. De hecho, la forma más poderosa de demostrarla es a través de la actitud. Imagina por un momento cómo se siente estar en una relación en donde ambos se quieren, se cuidan y se ayudan hasta en las cosas más pequeñas. Donde no solo están juntos porque viven en la misma casa y ya ni modo, sino que se escuchan y se interesan por lo que a cada uno le pasa.
¿Qué diferencia hace si expresas gratitud a tu pareja? Más de la que crees. El agradecimiento funciona como pegamento de largo plazo, es una motivación para cosas positivas que los conecta y los deja satisfechos. ¡Levante la mano el que no quiere tener eso en su relación!
Ya sé que cuando uno no está acostumbrado a algo, cuesta trabajo hasta encontrar por dónde empezar o que por no saber cómo hacerle, el resultado es el contrario, por eso preparamos un manual básico para dar y recibir gratitud en pareja. A lo mejor ya estás pensando lo complicado o raro que será hacer todo eso,no te preocupes, es natural.
LO QUE SÍ…
Vean lo bueno: los dos tienen defectos, pero si ponen atención a las cosas que les gustan o que admiran hay más opciones para agradecer. Seguro no te gusta que no conteste tus mensajes a los dos segundos, pero seguro te encanta cuando te dice todo lo que te quiere.
Sean creativos: no todo es decir “gracias”. Busquen otras maneras para expresar gratitud entre ustedes. Un abrazo “especial”, un masaje o dejarse recaditos. Inventen, pues.
Tiro al blanco: Es más probable que tu pareja se sienta agradecida si haces cosas que sabes que le gustan o que necesita. Darle flores está padre, pero a lo mejor ella quiere que llegues un poco más temprano.
Tengan paciencia: las cosas bien hechas no siempre se notan a la primera. Pero si aún así sientes que tu pareja no nota tus cambios, dilo. “Oye, qué padre, ya llevo una semana saliendo antes de la oficina y así puedo llegar más rápido a verte”.
LO QUE NO…
No exageres: bombardear al otro todo el tiempo diciendo gracias como perico puede salir peor porque se vuelve algo mecánico y vacío. No solo se trata de decirlo, sino de sentirlo.
Ve con calma: por falta de hábito, al principio cuesta trabajo encontrar las cosas que podemos agradecer y eso nos hace creer que en una de esas no las hay y hasta te deprimes.
No es ping-pong: aguántate las ganas de regresar la gratitud al segundo siguiente de que tu pareja de agradezca algo: “no gracias, a ti”. Eso, de cierto modo, anula la gratitud del otro.
No se hagan los “buenitos”: ser agradecido no significa ser víctima, mártir o esconder los problemas bajo la alfombra. Las parejas que más duran y que más felices son, no son las que nunca discuten, sino las que resuelven rápidamente las diferencias.
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