¿Qué pasa cuando, a pesar de existir otros elementos (amor, hijos, soledad, las promesas…) que nos hacen pensar en quedarnos, nos sentimos usados, humillados, engañados o francamente abusados por el otro?
Las relaciones tienen un delicado balance entre dar y recibir en términos de equidad (necesidades/posibilidades), cuando lo que se recibe son humillaciones y malos tratos, es momento sin duda de replantear los términos de esas relaciones y, en casos extremos, acabar por poner distancia con quien no sabe tratar a otros dignamente.
Parejas, amigos, países… todos nos sujetamos a reglas donde preservar la dignidad es indispensable para conservar íntegra nuestra identidad y poder tener una relación en armonía.
¿Es lo mismo dignidad que respeto?
- La dignidad es nuestro valor inherente como seres vivos. Todos nacemos con ella y es parte de nuestra identidad. No depende de la capacidad de otro para apreciarla.
- El respeto es otorgado por otro, generalmente porque y generalmente va ligado a nuestras acciones.
Alguien podría no respetar la dignidad de alguien, pero la dignidad no se pierde por eso.
¿Por qué es importante para las relaciones?
- Es la base de la empatía y la resiliencia.
- Reconocer que todo ser vivo es valioso por el hecho de serlo fija en sí mismo una frontera natural para sostener relaciones sanas.
- Sentirse bien con uno mismo, con integridad y una buena autoestima nos ayuda a tener recursos para afrontar problemas, resolver conflictos y mejorar nuestras relaciones.
¿Alguien puede quitarnos la dignidad?
- No. Alguien podría tratarnos de manera irrespetuosa, pero nuestra dignidad siempre está en nuestras manos.
• Alguien sí podría entregarla a otros, perdiendo el sentido de identidad al permitir humillaciones o traicionar nuestros principios.
Formas de entregar nuestra dignidad
Insistiendo o suplicando, incluso aun y cuando:
- No te contesta los mensajes, no le importa cómo estás, no corresponde a tus atenciones o simplemente no hace nada por verte o al menos buscarte.
- Soportas humillaciones, insultos, agresiones o abusos sin poner límites y renegociar la relación.
- Aceptar algo denigrante a cambio de algo.
- Quedarte en un trabajo donde te tratan mal porque necesitas el dinero.
- Callar tu voz ante un abuso o injusticia con tal de “llevar la fiesta en paz”.
- Cuando otros te hacen ver un mal trato y tú lo justificas con un “no es para tanto”, “ya me prometió que va a cambiar” o “en realidad no me importa porque le quiero”.
Formas de reaccionar cuando alguien atenta contra nuestra dignidad.
Vergüenza
- Callamos el enojo, ocultamos la frustración, minimizamos el hecho y lo ocultamos todo a los ojos de los demás.
Orgullo
- Te coloca en una supuesta posición de invulnerabilidad y superioridad sobre el agresor.
Arrogancia
- En este caso brincas del pensamiento a la acción.
Venganza
- Cuando alguien te se burla de ti enfrente de otros y tú en “venganza” le cierras la puerta del elevador cuando va a subirse, empiezas a hablar mal de él con tus conocidos o le escondes el celular.
Desplazamiento
- Esto evidentemente genera una cadena de resentimiento y en nada cambia las condiciones de nuestras relaciones, ni pone límite al maltrato recibido.
Indignación
- Sentimiento de intenso enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial.
Dignidad
- Exponer la acción o actitud que te ha lastimado.
- Manifestar la inconformidad de manera clara.
- Renegociar la relación o darla por terminada.
Cuando tengas duda de cómo actuar o qué decidir, siempre apuesta por tu dignidad.
Por Mario Guerra en marthadebayle.com
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