Antes yo era de los que a cada rato se “enamoraba a primera vista”, pero ya con la segunda o por mucho al tercer vistazo me desenamoraba y hasta gordos me caían. Porque como decía mi abuela: “no hay que confundir el amor con las ganas de ir al baño”.
De hecho, aunque mi esposo siempre me gustó, pasaron varios meses para que yo empezara a sospechar que ya me había dado té de calzón y que esa era la única explicación del por qué comenzaba a sentirme rotundamente enamorado de él, fue como si me hubiera embrujado, y es por eso que a partir de ese momento comencé a decirle brujo (Ya sé que les puede dar diabetes por tan empalagoso relato).
Como les decía, hay que organizarse tantito, porque las personas que se entregan en cuerpo y alma a la idea del amor a primera vista son las mismas que también aseguran que el amor es ciego ¿Y saben qué? ¡Así no se pinches puede!
Y es que en este tema ni los científicos se ponen de acuerdo, fíjense si no. Por una parte, hay estudios como el que la antropobióloga Helen Fisher realizó en la Universidad de Rutgers, New Jersey, en el que determinó que el amor a primera vista sí existe, ya que de las 5 mil personas que participaran en su investigación el 41% de los hombres y el 29% de las mujeres admitieron haber sentido mariposas en el estómago al ver a alguien por primera vez.
Pero ahí no para la cosa, Fisher también destacó que a diferencia de lo que Hollywood nos ha hecho creer, somos los hombres los que más frecuentemente nos “enamoramos a primera vista”, esto debido a que los varones somos criaturas “muy visuales” y cuando nos sentimos atraídos por alguien, la sensación de “amor” se nos riega por todos lados, mientras que las mujeres tienden a ser más selectivas y cuidadosas en ese aspecto.
Sin embargo, la Universidad College de Nueva York, aseguró a través de otro estudio que el amor a primera vista no existe, que uno se va enamorando por ahí del cuarto o quinto vistazo. Les explico: En el estudio participaron 122 personas a las cuales monitorearon su grado de excitación mientras les mostraban fotos del sexo opuesto, pero sus cerebros no mostraron actividad de fogosidad o exaltación hasta la cuarta vez que veían la foto de la persona que les agradaba. Es decir, el gusto aumentaba con el número de veces que observaban la misma imagen.
De esta forma, los autores de la investigación concluyeron que esa espontanea excitación que surge cuando nos sentimos flechados a primera vista, no es amor sino mucha curiosidad. Es por esta razón, que nos entran unas ganas locas de conocer a la persona y si no nos aplacamos, se puede llegar a convertir en nuestro “crush”.
Por otra parte, la siempre cruel realidad nos indica que el “amor a primera vista” es solo un calentón automático, y no lo digo yo o mi abuela, está en los Archivos de Comportamiento Sexual de la Academia Internacional de Investigación sobre Sexo, los cuales especifican que los hombres tardamos solamente 8.2 segundos para decidir si tendríamos sexo con una persona o no, mientras que las mujeres pueden tardar días e incluso semanas en tomar la misma decisión aunque se sientan atraídas por la persona. Pero que no fueran de zapatos ¿verdad? Porque ahí sí se enamoran a primera vista cada tercer día ¡No tienen llenadera!
Termina su columna y cree más en el truene a la primera chingadera que en el amor a primera vista.
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