Lo estúpidamente interesante del embrujo de los zapatos

Contesta:

• ¿Te tardas más de cinco minutos en localizar en tu clóset los zapatos que quieres usar?
• ¿Un par de zapatos jamás es demasiado caro si realmente te gusta?
• Aunque los zapatos sean estúpidamente incómodos ¿igual los compras?
• ¿Eres fan de Carrie Bradshaw o simplemente sabes quién es Carrie Bradshaw?
• ¿Compras el mismo modelo de zapatos por si le llega a pasar algo a los que ya tienes?

Si respondiste “sí” a más de tres de estos cuestionamientos, entonces eres mujer o tienes una ADICCIÓN A LOS ZAPATOS.

Neta. No hay nada que marque más la diferencia entre mujeres y hombres que los fregados zapatos. Y no solo por sus formas, sino por lo que representan.

Para la gran mayoría de ellas son mágicos, fascinantes, analgésicos, los amigos que mejoran sus vidas. Y serían capaces de vender sus sentimientos para comprarse más. Pero seamos realistas, a la única mujer que un par de zapatos le cambió la vida fue a Cenicienta. Y ahí les encargo que se le hubiera roto la fregada zapatilla de cristal con tremenda taconeada en el baile real; porque un grupo de investigadores de la Universidad de Leicester en el Reino Unido, demostró que es imposible que las mentadas zapatillas de cristal de Cenicienta hubieran terminado enteras, a menos que los tacones midieran menos de 1.15 cm de altura. Y a mí que no me digan, ese tacón de aguja medía mucho más.

Según datos de la Cámara de la Industria del Calzado de Jalisco, en nuestro país se fabrican 253 millones de pares de calzado al año; sin embargo, los mexicanos consumimos alrededor de 299 millones de zapatos anualmente, entre producto nacional e importado, de los cuales el 60% es calzado femenino. Lo cual indica que la verdadera zona erógena de las mexicanas es el punto Z, no el G.

Y de acuerdo con un estudio que se aventó un grupo de mercadólogos en Estados Unidos, 19 son los pares de zapatos que tiene la mujer promedio, aunque solo le dan batalla a cuatro de ellos, el resto son pequeños caprichillos que no pudieron negarse. Aunque algunas encuestas destacan que con 20 pares de zapatos todavía están dentro del estándar de lo normal, entre 30 o 40 podría llamarse vanidad femenina, pero partir de 50 ya se habla de una adicción o incluso retifismo, o sea, fetichismo por los zapatos.
Los especialistas señalan que muchas mujeres compran tacones por las puritítas ganas, no por necesidad, porque nadie necesita 60 pares de tacones. Simplemente los quieren y ya, aunque no se los pongan y vivan en Coyoacán y caminen entre calles empedradas. No importa que les duela la espalda, las rodillas y les saquen ampollas. Porque usar tacones, es una forma políticamente correcta de transmitir mensajes eróticos. Aunque para algunas feministas los tacones tienen más que ver con una feminidad sexualizada que con una feminidad poderosa.

Si ya lo dijo mi Sor Juana -Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis- porque muchos de los hombres (bugas por supuesto), que critican la adicción de las féminas por los zapatos, también son altocalcifilicos, o sea que los ponen cachondos los tacones altos.

Aunque eso sí, según encuestas, la mayoría de los hombres resultamos mucho más fieles a los zapatos que las mujeres y también desarrollamos una cochinona relación de dependencia con los ocho pares de calzado que por lo general tenemos. Dicha relación sobrepasa la lealtad, va más allá de la salud, la enfermedad, la mugre, la lluvia, los raspones y la ocasión. Los queremos usar PARA TODO y consideramos que no necesitamos nada más.

Pero cuando llega el inevitable momento en que los zapatos comienzan a desintegrarse, el 87% de los hombres se lanzan a buscar un par exactamente igual al perdido. Y cuando digo exactamente igual me refiero a idéntico.

Aunque tal vez a mi esposo nunca le llegó esta información, el wey compra zapatos como si la industria del calzado dependiera de él, el pobrecito solo tiene 87 pares, por lo que decidió sacrificar 30% más del espacio de nuestro reducido cuarto para agrandar el clóset y poder comprar más, y cuando le sugerí que mejor se deshiciera de algunos, me vió con ganas de darme un soberbio bofetadon. Y sí, mi esposo es fan de Sex & The City y de Carrie Bradshaw, el personaje de Sarah Jessica Parker en la capitalista serie.

Un dato de ternurita es que a muchos hombres les da pena que se note que sus zapatos son nuevos y los usan en casa antes de salir con ellos para que se arruguen un poco y se vean un poquito mugrositos (yo solo hago eso con los tenis blancos).

Para corroborar datos le pregunté a la banda de Twitter cuántos pares de zapatos tenían, contestaron 204 mujeres y 432 hombres, y estos fueron los resultados:

La pregunta es ¿CUÁNTOS ZAPATOS NECESITA UNA MUJER PARA SER FELIZ?

Termina su columna y agradeces que su esposo ni siquiera considere a los crocs como calzado. Y si compra un solo par: DIVORCIO.

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